¿Carlistas o cipayos?

¿Hay un proyecto político hispánico?

Ante el nacionalismo gringo de Trump algunos se preguntan si hay un proyecto político hispánico, respondiendo de antemano que ni lo hay ni se lo espera.

¿Qué diremos nosotros? ¿Hay un proyecto político hispánico? —Respondemos que sí, lo hay. Es el carlismo. Y no hay otro.

¿Y por qué el carlismo? —Porque, como causa política, el carlismo es el único capaz de articular un proyecto político acorde con la verdad, porque es el único que aspira a una causa verdadera: la verdad de la Iglesia Católica, la verdad de Cristo Rey y de Su reinado social.

El carlismo es la única causa política con un proyecto verdaderamente hispánico, mejor dicho, español. Es decir, (un proyecto) con el propósito de orientar la acción a una causa, (político) que lo sea de un pueblo en el obrar conjunto de sus personas para la consecución del bien común que como tal sociedad política le compete, y que sea propiamente español.

¿Y qué es lo propiamente español? Ya nos lo decía Menéndez Pelayo en aquella caracterización de España que todos conocemos: «España, evangelizadora de la mitad del orbe, España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio…; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad; no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los arévacos y de los vectones o de los reyes de taifas.» —Y entonces no habrá proyecto político español, porque no habrá España. De lo cual parecen estar seguros que es el caso presente los que ni ven ni esperan un proyecto político hispánico.

¡¿Pero cómo va a cobrar vigor, a concretarse y mucho menos a triunfar ningún proyecto político español, si nuestros gobiernos llevan dos siglos sin interrupción de proyectos políticos antiespañoles?! —Si nuestros gobiernos no dejan de poner nuestros empeños y esperanza en proyectos que no sólo que son de los extranjeros, sino que lo son en contra de lo que siempre ha sido, es y será España. Y en contra de la política misma, por ir en contra del bien común.

En España no nos podemos empeñar, sin dejar por ello de ser españoles, en proyectos que, por europeos, son modernos, herejes, liberales, laicistas, revolucionarios, y, a la postre, anticatólicos y, por ello mismo, antiespañoles.

No. Los españoles debemos seguir a nuestro rey, que, si se quiere tal, ha de ser un rey católico. Pues más allá de los triunfos temporales, que la Providencia puede o no darnos, y cuando nos los quiera dar, nos va en ello el triunfo eterno y la gloria del Reino de los Cielos.

Los carlistas tenemos claro que en lo político un español sólo puede hacer obras dignas de serlo de un español si está al servicio de un rey católico, de un rey que somete su gobierno temporal al Rey de reyes. Un rey que reconoce en verdad que de tal Rey eterno procede su autoridad para reinar, pues a Él le habrá de rendir cuentas un día.

Y tal rey es nuestro rey. Y no tenemos otro rey.

¡Viva Don Sixto! ¡Y viva Cristo Rey!

Hilario Estévez, Círculo Antonio Molle Lazo de Madrid

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