
Hay historias obesas, dicho mejor: historias infladas, temas obesos. También hay historias escuálidas, delgaduchas hasta la transparencia vuelta invisibilidad. Hay historias completas y otras parciales por unilaterales. Hay muy buenas historias macro y muy pocas historias micro buenas.
Intentaré pintar tres modos animalescos de hacer historia: como la hacen los cerdos, los perros y los elefantes.
«La historia unilateral o del hacer historia como los cerdos»
Las investigaciones históricas están repletas de interpretaciones unilaterales que nacen de la mentalidad (la ideología) del historiador, visiones que fuerzan la inteligencia de los hechos y los dichos para acomodarlos a los esquemas prefijados en su mente. Lo que ocurre es que la singularidad del hecho histórico requiere de una aproximación que no desprecia tal singularidad, cosa que la ideología hace habitualmente.
Por ejemplo: tomemos a un obrero de una imprenta o al pequeño propietario de ella, que publica pocas cosas y a bajo costo; la venta de su producto le alcanza solamente para mantener su familia. Los liberales franceses de tiempos de la revolución de 1789 creerían que es un profesional liberal o bien que es un inope que no merece el derecho al voto. Marx diría de él que es el proletario perfecto para su revolución, a no ser que sea un pequeño burgués. Un anarquista de fines del XIX lo tomaría como el paradigma de las explosiones ácratas. Un estadígrafo social de mediados del XX vería nada más que un pobre que tiene una familia que vive en la pobreza. Un recaudador de impuestos en la Argentina de fines del XX establecería que está dentro de la categoría de los monotributistas y debe pagar tributo. Un político socialista de cualquier época entendería que forma parte de una clase social que requiere del auxilio estatal, es un hombre asistencial. Un cura siempre encontraría en él un hombre a evangelizar, inclusive un cura obrero.
No sólo varían las miradas según el observador y según el tiempo, varía también el modo de mirar. La historia unilateral se vale de un mirar sesgado, unidireccional, como el de un caballo con anteojeras. Mejor: se hace la historia con la perspectiva vital de los cerdos que no pueden más que mirar el suelo del chiquero que ocupan, que por algún motivo se lo llama chiquero.
Un modelo típico de esta historia unilateral es la del antropocentrismo heredado del humanismo renacentista, que, a fuerza de atender solamente a lo chato del suelo, no percibe otra dimensión de la vida que la terrenal y otro artífice de la existencia que la libertad individual o colectiva. Es una mirada no sólo horizontal sino además horizontalizante u horizontalizadora, rasa, llana, inmediata, chata, unilateralmente cerrada a una mirada vertical, unidireccional, negada a percibir lo que está por sobre el suelo, a quién está más allá de la tierra y a todo lo que no sea la individualidad o colectividad.
Juan Fernando Segovia
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