Orígenes protestantes de la izquierda en Hispanoamérica (II): Guy Inman y la desilusión panamericanista

Estableció como meta el apoyar a los entonces nacientes grupos feministas y el activismo político estudiantil y obrero

La revista la Nueva Democracia, de cuño liberal-protestante y promotora del panamericanismo wilsoniano en Sudamérica, (der.) el predicador Samuel Guy Inman (1877-1965) , presidente del protestante Comité de Cooperación de América Latina y director de la revista

El segundo personaje es el predicador estadounidense Samuel Guy Inman, nacido en Tejas, recibió educación bautista y en 1905 fue destinado  a predicar en Méjico. Centró su labor en Coahuila donde fundó en 1908 un Instituto del Pueblo, que era un lugar para enseñar idiomas y algunos oficios a la clase media y que pronto comenzó a ser concurrido también por figuras críticas al régimen de Porfirio Díaz. La revolución de 1910 lo situó a él y a otros pastores en la simpatía de Madero, y aquellas filias se concretaron en 1913 cuando el general revolucionario Venustiano Carranza usó el Instituto como su centro de operaciones. Además de crear una amistades, fue el pretexto para mandar a la nueva juventud revolucionaria a estudiar a colegios protestantes estadounidenses, lo que le valió el exilio del país durante la reacción de Victoriano Huerta en 1914.

Como paréntesis se debe mencionar su participación en la Conferencia Misionera de Edimburgo de 1910, donde formó parte del bloque que se opuso a las directivas del congreso en excluir Hispanoamérica de sus focos de «misión», por lo que se creó un Comité de Cooperación para América Latina (CCLA) donde el anglo-tejano sirvió de secretario ejecutivo, siendo personaje clave para convocar congresos entre protestantes, siendo los tres que convocó el de Panamá en 1916, de Montevideo en 1925 y el de la Habana en 1929.

En aquella labor mezclaba sus opiniones políticas, pues buscó apoyar un panamericanismo con ideales protestantes. En los artículos que publicó en su período en Méjico, como No comprendo: a message from Mexico (1913) defendió la libertad de cultos y el aporte intelectual protestante a la revolución contra la supuesta alianza entre la Iglesia católica y el «Porfiriato». Se opuso una intervención dura hacia Méjico, como estaba sucediendo por los choques fronterizos de 1917, y también, dos años después, a una intervención directa que buscaban diferentes grupos bancarios y empresariales desde Estados Unidos con el pretexto de ser un germen de bolchevismo. Lo pregonaba con un enfoque moderno en la sociedad y laico bajo la Nueva Democracia, donde por ejemplo se difundieron los congresos panamericanos organizados desde Washington en los años 20. Pero aquel afán panamericano no era solamente solidario, como demostrarán los lazos de Inman con el Perú.

Tuvo contacto directo con Haya de la Torre posiblemente porque el último fue invitado el último a dar conferencias sobre el imperialismo en Estados Unidos en 1927. Dedicó diferentes reportes desde la dirección de la revista La Nueva Democracia con visión favorable al APRA y su desempeño; además compartió muchas críticas del líder aprista respecto al trato desfavorable de los Estados Unidos a los países iberoamericanos. En la correspondencia figura una petición de libertad del líder aprista después de que uno de sus militantes hubiera asesinado al presidente Sánchez Cerro.

También Guy Inman sufrió la decepción por el ocaso del panamericanismo en entreguerras. Revelador es uno de sus panfletos como el de Which Way South America? de 1933 donde además de criticar las tentaciones marxistas pone en un pedestal  la instauración de la II República en España. Responsabilizó en parte el fallo del panamericanismo en las rivalidades internas de nuestros países. Similares fueron las conferencias compiladas, como la América Revolucionaria del mismo año, donde expone sus creencias como un liberalismo conservador en estado puro, notándose en su apoyo una revolución secular sin buscar excesos. Tal vez esa amistad y la relación epistolar con Haya de la Torre fuesen clave para que el último suavizara su actitud antiimperialista, afirmando en el Antiimperialismo y el Apra que «los mejores libros contra el imperialismo estadounidense han salido de Estados Unidos». Explicó la progresiva deriva de su partido a una posición monroísta moderada para los años 40 y 50. No cabe ignorar que Inman fue de los consultados por la administración de Delano Roosevelt para contribuir a formular la «política del buen vecino»  por su conocimiento de la región.

Es necesario mencionar las posiciones socio-políticas discutidas e impuestas en los congresos protestantes en las cuales Guy Inman era un organizador importante. En el de Panamá de 1916 se intentó crear un remedo del cristianismo social enfocado en reivindicar un espíritu democrático como también en como al ser de las pocas fuerzas capaces de «superar» el legado católico hispano eran las misiones luteranas. El de 1925 en Montevideo fue interesante  hallar entre referentes espirituales a los diferentes herejes católico-liberales del siglo XIX en las Américas, apelando al espíritu de «investigación religiosa» y tomando como sus referentes a «Montalvo, Vigil, Bilbao, Sarmiento (…) y otros que lucharon por difundir la democracia en la pura esencia del Evangelio». Estableció como meta el apoyar a los entonces nacientes grupos feministas y el activismo político estudiantil y obrero, teniendo simpatías respecto a las campañas contra la Consagración al Corazón de Jesús entre quien se hallaba Haya de la Torre como una de sus cabezas.

Finalmente, el congreso de 1929 en la Habana causó la paradójica eclosión y a la vez ruptura de los planes protestantes. Comenzó con la consigna del congreso de Montevideo de «nativizar» la devoción protestante, pero los miembros del congreso se alejan del panamericanismo, denunciando la actitud estadounidense como intervencionista e imperialista, buscando por ello como afán un enfoque puramente «latinoamericanista» bajo la llamada acción social. Irónicamente resultó una explosión en la cara para el idealismo de sus cuadros directivos.

Con esta faceta cubierta de la alianza política entre el liberalismo moderado y radical y los predicadores protestantes y su no poco sorprendente apoyo al progresismo social y secularismo en las Américas es hora de sumergirnos en uno de sus frutos desconocidos.

Maximiliano Jacobo de la Cruz, Círculo Blas de Ostolaza

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