
A la cinco de la tarde del 17 de mayo, se dieron cita a un lado de la entrada del templo Expiatorio diversos grupos, entre ellos, el Círculo Tradicionalista de la Nueva Galicia, con el objetivo de pedir paz y misericordia a Cristo Nuestro Señor. El evento se originó debido a que el pasado 8 de marzo las feministas cubrieron parte de los muros y puertas de la Catedral de Guadalajara con frases inmorales y blasfemas, sacrilegio que pudieron realizar a causa de la falta de feligresía para defender los lugares sagrados.
Tras este triste evento, los apostolados presentes durante la defensa de los templos se organizaron para realizar actos de desagravio público. Durante la planeación y mientras se esperaba la aprobación de las autoridades eclesiásticas, surgió la noticia del Rancho Izaguirre, por lo que al acto de desagravio se unieron intenciones por el fin de la violencia en Nueva España, que terminaron materializándose en la convocatoria a una «Jornada por la paz» con peregrinación.
Llegada la fecha, el acto se inauguró con unas palabras de Luis Adrián Vidal, miembro del círculo tradicionalista local, en las que recordó el propósito del evento y dio vivas a Dios Altísimo, su Santa Iglesia y la Patria Católica, tras lo cual dirigió un viacrucis mientras la peregrinación, encabezada por qué el secretario del Círculo local, Jorge Castro de Dios, se dirigía a la Catedral de Guadalajara acompañada por monaguillos, banda de guerra, pañuelos Pro-Vida, imágenes de María Santísima, banderas «mejicanas» y también banderas de la Cristiandad Menor.
Al llegar, la peregrinación se colocó al norte de la Plaza Guadalajara, donde se hizo el acto de desagravio y rezó el Santo Rosario; junto a los, todavía hoy, manchados muros de la Catedral tapatía. Durante los rezos, poco importó que unas docenas de marxistas se acercaran al palacio municipal, manifestándose en pro de Palestina cerca de nosotros, pues toda la atención se centraba en los actos de oración para reparar y pedir a nuestro señor.
Terminadas las devociones y actos de piedad, la peregrinación se dirigió a la Plaza de la Liberación para realizar el acto simbólico de construir la palabra «Paz». Y, aunque el viento impidió que se encendieran, el mensaje fue claro. Queremos Paz, la Paz de Cristo.
Como conclusión, cabe aclarar que, aunque puede que solo hayamos sido poco más de 500 personas, fue mucha más la gente que volteó a vernos; quizás, y si Dios lo quiere así, el grito de Cristeros y Requetés haya resonado en sus corazones: ¡VIVA CRISTO REY!
Luis Adrián Vidal, Requeté Cristero, Círculo Carlista de Nueva Galicia
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