
Haciendo gala de su acostumbrado cipayismo, los Pahlaví han aprovechado los ataques sionistas contra Irán para alentar el derrocamiento del régimen de Alí Jamenei y su sustitución por otro democrático. El «príncipe» heredero Reza aseguró, además, que están (¿quiénes?) preparados para cuando caiga la República Islámica y llegue el momento de la transición.
Mientras su nación está siendo asediada por un Estado que no se interesa más que por la supervivencia y la grandeza de su propio pueblo ─lo que incluye, por supuesto, el exterminio de quienes puedan representar un obstáculo para su supremacía─, la ¿dinastía? Pahlaví ha reencontrado su razón de ser incitando un levantamiento que pondría en grave riesgo la seguridad y la independencia de su país, que, en el altar de la democracia, sería gustosamente sacrificado a los intereses norteamericanos y judíos.
No es la primera vez que los carlistas contemplamos, con desprecio, este tipo de actitudes. Bastante hemos tenido ya con los monarquicanos españoles.
Agencia FARO
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