Las diversas comunidades autónomas de España recibirán en el próximo año 361,70 millones de euros provenientes de los fondos europeos, con el fin de que sean destinados a residencias. Se prosigue así con la política de inversión en centros de mayores. Dejando de lado los documentos concretos y las condiciones que se exigen a las comunidades autónomas para su reparto, es conveniente pararse a pensar qué se esconde detrás de tal noticia.
En los últimos años se están llevando a cabo grandes inversiones en residencias geriátricas, ya que la demanda es cada vez mayor. Esto se debe, por una parte, a un hecho puramente fisiológico, como es la mayor longevidad de la que disfruta el ser humano con el paso de cada generación.
Sin embargo, una lectura más atenta, pone de manifiesto que, además de la mayor esperanza de vida, se esconde también un desprecio por la figura del anciano. En efecto, estamos asistiendo al abandono sistemático y generalizado de los mayores por parte de la población.
El anciano ya no es considerado como una persona noble y leal, que ha luchado toda su vida por la prosperidad de la patria y que merece un cuidado especial en sus momentos más duros. La figura del anciano simboliza en estos momentos una carga, un problema para la familia, que trata de librarse de él tan pronto como puede. La residencia no es un medio al que se puede recurrir en caso de extrema necesidad, sino un pre-cementerio que resuelve una serie de problemas a los más jóvenes del núcleo familiar.
Esto que comentamos es una simple consecuencia más de un pueblo que ha abandonado su Tradición, convirtiendo toda forma de pasado en una cadena de la que hay que liberarse, para poder avanzar ciegamente hacia la tierra prometida del progreso, donde no exista el ayer, sino un constante futuro.
Antonio de Jaso, Navarra