La virtud de la propaganda es vender grandes miserias como joyas exquisitas. Este estraperlo es un oficio que debe dominar el político demócrata. VOX, que es el nuevo, pero nació resabiado, ha hecho su pinito al vender la moto de los 140.000 millones a los españoles.
Esta nueva paga europea, que se esperaba como agua de mayo para salvar un año económico en blanco, tenía al Gobierno de Sánchez e Iglesias contra las cuerdas. Pero eso no es lo preocupante de la situación.
Lo urgente aquí es lo constante. Nada puede preocupar más que la condición subsidiaria de España con respecto a Europa. El dominio político y económico europeo sobre nuestra patria se muestra desnudo y total. Porque decir que dependemos absolutamente de Europa, lo que esta ayuda proclama a viva voz, significa que son los soberanos absolutos de España. Cetro omnipotente para regir los destinos, la vida y las costumbres de los españoles, desde Bruselas y Estrasburgo.
VOX, con su abstención, ha dado su voto al dominio europeo sobre España. Porque el perjuicio que comete no es dar un balón de oxígeno al Gobierno, aunque también lo haga. El perjuicio que causan a España es perpetuar la servidumbre europea.
Es la crónica de una felonía anunciada y repetida. Como todos los partidos liberales, VOX vende el alma de España y la pone a los pies de Alemania. Algunos se echarán las manos a la cabeza al redescubrir lo que era evidente: de la mano de estos sapos verdes, como de los azules o los morados, moriremos en esta esclavitud y por culpa de esta esclavitud.
El lugar de España en el mundo es el mismo para todos los partidos del régimen. Y, en esta cuestión, incluye la sumisión de España como una provincia hostelera de Europa. Para todos ellos, los españoles sólo merecen vivir de la limosna europea. Ya sea en la forma del turismo guiri, en tiempos de ¿bonanza?; o por un subsidio de supervivencia, en tiempos de escasez coronavírica.
Roberto Moreno, Círculo Antonio Molle Lazo de Madrid
