Tulio García O’Neill es un conocido abogado sevillano de ilustre estirpe carlista, por su padre Hermenegildo García Llorente, su abuelo Hermenegildo García Verde y aun su bisabuelo Hermenegildo García Sanz.
El pasado 17 de marzo, cuando se acababa de declarar el estado de alarma, su mujer, María Pérez de Guzmán, comenzó a confeccionar mascarillas, por entonces bien escaso, para repartirlas entre los sectores que las necesitaban. Al día siguiente se habían sumado veintiséis mujeres. Y el 1 de mayo eran trescientos los voluntarios que repartían material: 150.000 mascarillas, 30.000 batas y 30.000 gorros de ducha.
De ahí tomo nombre el grupo: «Los 300 voluntarios de Sevilla». En noviembre eran casi cuatro mil. Y ha seguido creciendo.
De la confección de material sanitario se pasó pronto al reparto de alimentos y productos de primera necesidad en parroquias, asociaciones (Cáritas, Hermandades, etc.) y comedores sociales. Tulio García O’Neill lo explica con claridad: «Ayudamos a los que ayudan». Y también en noviembre habían distribuido 250.000 kilos de alimentos. Al día de hoy, alcanzan los 600.000.
El pasado 26 de febrero tuvo lugar la entrega a la Asociación de una distinción honorífica otorgada por la Junta de Andalucía, que «premia los méritos, acciones y servicios excepcionales o extraordinarios realizados en beneficio de cada provincia por personas físicas o jurídicas, grupos o entidades con los que se reconoce y distingue los méritos y acciones que tienen como referencia la solidaridad y el trabajo en beneficio de la ciudadanía de la provincia». Detrás de la distinción hay muchas historias de verdadero amor al prójimo por amor a Dios.
Agencia FARO