Mociones, traiciones y dimisiones

Parlamentarios de Ciudadanos y socialistas presentando una moción de censura en Murcia. EFE/ Marcial Guillén

El PSOE y Ciudadanos pactan dos mociones para echar al PP del Gobierno de Murcia y el Ayuntamiento de la capital. Sucesivamente, la presidente autonómica de Madrid dimite ante la posibilidad de una traición semejante en su gobierno, y adelanta elecciones. Todo un bonito panorama que nos brinda nuestra Constitución, fruto del consenso y para el consenso, dicen.

Continúan las consecuencias inevitables y lógicas de nuestro sistema partitocrático. Los partidos políticos se han convertido en pieza fundamental del sistema liberal, que los mismos constitucionalistas llaman con total impudor Estado de partidos. Este sistema de partidos es tan contrario a la tradición política que toma el otro término surgido de la palabra latina tradere: la traición. Mientras tradición significa la transmisión o entrega justa, la traición implica la entrega a los enemigos. Estas son las consecuencias de abandonar la tradición política.

Murcia, Madrid, CyL y Andalucía se sumen en aún mayor confusión (si cabía) como consecuencia de este sistema. Los partidos políticos, por su misma naturaleza, son asociaciones oligárquicas interesadas, que buscan su propio beneficio, sin importar lo más mínimo el bien de la comunidad política. Esto es lo que se está dando ahora en tantas regiones de España, y no es algo que denunciemos por los hechos actuales, sino que denunciamos por la naturaleza misma del sistema, que es defectuoso más allá de la aplicación defectuosa que ahora se está viendo por parte de la clase política.

Mientras España sigue dependiendo de la política para superar la crisis pandémica, esa misma política se dedica a jugar a la ruleta del poder. Mientras, por desgracia, muchas personas, familias y sociedades dependen de la política para salir de la ruina, la política se ríe de ellos en su cara. Pero esto no es algo circunstancial; es algo sustancial a nuestro régimen político. Una vez más, las consecuencias de este sistema nos llevan, con pena, a repetir la siguiente frase a los que aún no se quitan la venda: bienvenidos a la partitocracia.

Rafael Ruiz Rodríguez, Navarra