La pesca no volverá, por mucho que quieran los gobiernos

D. Arienza

El Partido Popular presentó una Proposición no de Ley para mitigar la falta de relevo generacional en los mandos de embarcaciones de pesca en el Congreso. Su ocurrencia administrativa consiste en que el gobierno «permita el despacho del patrón costero polivalente como primer oficial de puente (2.º patrón) en buques cuyo mando corresponda a un patrón de litoral».

Tras esta propuesta se esconde una solución que no es más que incidir sobre la causa del problema: una burocracia que supuestamente se quiere simplificar, mediante la unificación con la ley europea. En realidad, este problema empieza con el desconocimiento de la figura del patrón y el alcance de su falta de relevo. Porque esta la ruptura con el relevo generacional llevará a la desaparición del sector pesquero. El problema se agudiza ante la situación mendicante en que está sometida España con respecto a la UE, que fue la raíz de los males de la pesca española y marca el fin de su trayecto.

Apenas el 10% de los patrones tienen menos de 30 años. La generación del baby boom ha llegado a la edad de jubilación de este colectivo (55 años), que comenzó con la pesca de arrastre y de esta técnica pasó de la pesca tradicional a la pesca industrial. Este terrible éxodo gremial, que se inició en los años 40 —terminada la Segunda Guerra Mundial—, sacrificó la artesanía de este oficio, extinta merced a la apropiación formal de los instrumentos de trabajo y control del proceso productivo por parte de la pesca industrial. Esto también se concretó en una apropiación jurídica de los medios de producción y estructuración empresarial. La remodelación industrial fue tan profunda que implicó la conversión de los pueblos pesqueros a los puertos industriales.

No obstante, en esta tribulación también se sucedió un trasvase de conocimientos y buen hacer que fue la base de una pesca dinámica y floreciente. La pericia y la experiencia de los antiguos marinos permitió una potente industria pesquera. Ese hecho ha creado en las élites tecnocráticas el espejismo de pensar que el nuevo modelo era la causa de este éxito, aunque el triunfo se debió sólo a la capacidad de los marineros. Llegado el momento de jubilación de aquellas generaciones, el sistema que se las apropió ha demostrado su condición parasitaria. ¿Un problema burocrático? ¿De homologación?

Entonces, ¿cómo nacieron esos patrones? Un entorno marinero, conocimientos, aptitudes, competencias, saber y… familia y vecindad, que cristalizaron y consolidaron esa formación y prácticas necesarias. Un entorno que a día de hoy ha desaparecido, en buena medida gracias a la labor de los gobiernos.

El panorama es tan desolador que, a día de hoy, la industria pesquera no llega a generar su propio relevo, hasta el punto de que el deseo de los padres es que sus hijos no se dediquen a su profesión. Las diferentes legislaciones sólo muestran preocupación por el reparto de las cuotas, el recuento de los límites de capturas o Totales Admisibles de Capturas (TAC), o el Rendimiento Máximo Sostenible (RMS). Han dejado al margen lo más importante: el hombre, pilar primero de la sostenibilidad.

Este problema es mundial, porque la globalización extiende todo mal. Es europeo porque las legislaciones que desastraron tanto la pesca como toda nuestra economía son europeas. Y es un problema en España porque los representantes democráticos realizaron estas políticas, que sólo benefician a intereses extranjeros y arrasan los pueblos en el interior y en el litoral.

La España vaciada llega a la mar.

Roberto Gómez Bastida, Círculo Tradicionalista de Baeza