Como dice el libro del Apocalipsis, quien es tibio, y no es ni caliente ni frío, es una persona capaz de hacer mucho daño a la verdad. Quien, habiendo tenido la oportunidad de llevar una llama de Tradición latente en su corazón, permita que ésta se apague y se disipe, se perjudica a sí mismo y a la Tradición que ha sido llamado a defender.
Si bien es algo muy bueno resistir el mal que representan el marxismo y los sectores más progresistas, también tenemos que prestar cierta atención a la derecha, sea al conservadurismo o «alt-right».
Esto es así, porque en el campo de una supuesta «guerra cultural» postulada por la propia derecha, se presenta a la izquierda como enemiga abierta de Dios, mientras la derecha trata de apoderarse de la causa de Dios, que pertenece en realidad a la Tradición, representada únicamente por nuestra Comunión Tradicionalista. En 1935 lo expuso así el entonces Rey Legítimo Don Alfonso Carlos a Don Manuel Fal Conde.
Muchas veces, un católico bien intencionado ve los males del mundo moderno, pero falla en determinar las causas reales de la cuestión, y no basa su defensa en la ley divina y la ley natural, sino en constituciones liberales y leyes positivistas, argumenta sobre derechos individuales y no en defensa de los derechos de Dios y de la Iglesia. Y muy probablemente, también para denunciar el comunismo ateo se avienta hacia el capitalismo sin alma, porque se lo ubica en la «derecha», y a sus enemigos en la «izquierda». En definitiva, existe una dicotomía en su visión de la realidad.
Cuando los lobbies más progresistas avanzan sus agendas, es atraído por grupos autodenominados antiprogres, conservadores, y/o de derecha, que denuncian la posmodernidad. Incluso hay algunos que afirman condenar el liberalismo en la política y el modernismo en la religión, pero que no atacan de raíz a la revolución.
Aunque una gran proporción de la derecha política es secularista y desconoce completamente los derechos de la religión, algunos conservadores toman cierto cariz tradicionalista. Tratan de aparecer como cristianos decentes, dignos de confianza y pretenden hacer pasar como aceptables para los católicos a regímenes que no lo son. De estos últimos tenemos que cuidarnos más.
Paolo Emilio Regno, Círculo Tradicionalista Nuestra Señora de la Asunción de Panamá