La Ley del Mbareté

José Gaspar Rodríguez de Francia. Imagen de archivo, Ultima Hora

Las revoluciones independentistas y secesionistas de la Monarquía Católica en sus posesiones indianas han creado una serie de fenómenos sociales, culturales y políticos que tuvieron el principal fin de llenar el vacío de poder generado por estos movimientos.

Uno de esos fenómenos es el caudillismo, donde estos nuevos «héroes de la patria chica», según sea su extracción económica y cualidad de liderazgo, se constituían en poder local, capaz de administrar adhesiones de personas en una relación de clientelismo, como también de recursos económicos, todos ellos forjando un pequeño ejército, que posibilitaba obtener poder y riqueza, en las «nuevas republicas», por parte del caudillo local.

En los distintos reinos de Indias, fueron un factor común para la emergencia de estos liderazgos, según las características y relaciones de poder en cada región. La Intendencia del Paraguay, no escapaba de este fenómeno, a pesar de ser una gobernación de frontera.

Como la secesión del Paraguay, tanto del Virreinato del Rio de la Plata como de la Corona de Castilla, no fue sangrienta como en otras latitudes, el caudillismo del principal actor del afianzamiento de la secesión como fue el gobierno de José Gaspar Rodríguez de Francia, pudo ejercer un poder real y omnímodo en toda la administración gubernamental.

La forma del ejercicio de ese poder real era efectiva, en tanto era inversamente proporcional a la existencia de una institución estatal. Ese tipo de ejercicio del poder creó un arquetipo del mando, que quedó marcado en las costumbres de los pueblos en las distintas relaciones humanas, desde las instituciones familiares hasta regionales y preestatales. En el lenguaje popular era conocido por la «ley del Mbareté» (ley del fuerte)

Este ejercicio del mando se ejerce sin molestia de leyes, reglamentos, normas positivas. Funciona como religiosa sumisión en un eje de relación entre quien no posee poder y quien no la tiene, haciendo exaltar con actitudes esa desigualdad, que en la mayoría de las veces es humillante, donde la voluntad del caudillo es según sus intereses personales.

Ese poder desnudo, ejercido sin el sentido de orden al bien común natural como sobrenatural y sin conciencia de su origen sacro, es un claro remedo de esa reliquia del ejercicio del poder sacro del Rey.

Los estados modernos, se empeñan en hacer desaparecer de las relaciones humanas, lo que queda de ejercicio natural del poder, que es el ejercicio personal, sustituyéndolo por el ejercicio de una institución abstracta y mecánica en el nombre de una ley positiva y el bienestar democrático. Así la ley del Mbareté se convierte en totalitarismo estatal o cultural de una abstracción sea «la ley o el estado».

Federico Vallovera, Círculo Tradicionalista Nuestra Señora de La Asunción del Paraguay.