Paleolibertarianismo y Carlismo: ¿Una nueva escisión? (II)

Mesón baturro, por Antonio Amorós Botella (1849-1925)

En el artículo anterior habíamos visto cómo ciertos auto denominados carlistas promueven una falaz conciliación de libertarianismo de derecha con el tradicionalismo. Hay que dejar claro que no son sino liberales que reconocen algunas verdades del tradicionalismo. Ningún tradicionalista genuino puede reconocer verdades en el liberalismo. Toda su parte de verdad, que remite a la recta concepción de la libertad humana, está recogida en la doctrina católica y en la concepción hispánica que el carlismo defiende.

Las diversas escisiones que ha sufrido el carlismo han sido por exacerbar un aspecto particular de la doctrina carlista, que recoge la integralidad de la cosmovisión de la Cristiandad hispana, en desmedro de la organicidad y jerarquía del Dios, Patria, Fueros y Rey. Mientras los separatistas exaltan las libertades regionales en desmedro de la unidad; los carlohuguistas enaltecen lo «social», llegando hasta el socialismo autogestionario, como pretendida conciliación entre el foralismo, la doctrina de los cuerpos intermedios y el anticapitalismo (de izquierda). Los seguidores de Miguel Anxo Bastos enaltecen en grado sumo la libertad en contra del Estado moderno, llegando a decir de modo blasfemo incluso que el lema debe ser «LIBERTAD, Dios, Patria, Fueros», anteponiendo de modo luciferino la diosa libertad por sobre Dios, excluyendo al Rey como si fuera posible un carlismo sin Rey, y desordenando el esquema clásico carlista.

Olvidan estos sedicentes pseudo carlistas que la concepción de Libertad defendida por el paleolibertarianismo es la libertad absoluta propia del liberalismo decimonónico, condenada por los Papas más veces que el mismo comunismo. Pese a su oposición a males contemporáneos graves, sostienen los mismos principios liberales que llevaron al mundo al estado calamitoso actual. Pretender sanar los males del mundo contemporáneo con liberalismo, por muy «conservador» que sea, es solo ahondar más en el desarraigo, disgregación y desintegración de la organicidad social propia de la Tradición.

Pretender encontrar afinidades entre una ideología tan anti-tradicional como el libertarianismo y el carlismo es un dislate. Todos los elementos del carlismo, una vez exacerbados, pierden su sentido y se alejan de la primacía del bien común, que ningún libertario reconoce. (CONTINUARÁ)

Juan Antonio Santander, Círculo Tradicionalista Antonio Quintanilla de Santiago