Bajo el montaje de los doscientos años de las secesiones

Foto de Yordan Roudha

Estamos a días de que en los países de Centro América celebren doscientos años de vida, según dicen de vida «independiente», la región que antiguamente era conocida como el Reyno de Guatemala es actualmente un territorio segregado y balcanizado, una de las regiones que la mayoría de las veces no es tenida en cuenta por las geopolíticas globales como cinco países de forma individual, sino que sigue siendo tomada en consideración como un único territorio. Las noticias internacionales cuando hablan de estadísticas y se refieren al área hablan siempre de Centroamérica.

Mientras en el mundo siguen denominándolos e incluyéndolos como una sola región, las cinco pequeñas republiquetas siguen fragmentándose en odios sin fundamento y en rencillas ridículas en donde se mantiene siempre el caos, sosteniendo los exacerbados ánimos entre los pobladores que fraguan su orgullo nacionalista en torpes chamuscas (regionalismo guatemalteco para referirse a un encuentro de futbol sin calidad)  futboleras y conflictos entre paisanos provocados por liberales y sus políticas antirreligiosas, capitalizantes y en contra de todo el bien común.

Los enemigos de la sociedad tradicional, ya bien conocidos y estudiados; la secta masónica, la corona británica, la corona francesa, fraguaron durante el siglo XVIII la caída y fragmentación de la Monarquía Católica, que con una visión trascendental se mantenía a todo lo largo y ancho de las Américas, Filipinas y Guinea Ecuatorial. La condensación de las ideas ilustradas se dejó escuchar como cantos de sirenas, aquellas a las que la Iglesia advertía desde muchos siglos antes; que no se debían de escuchar, sin embargo, pudo más la ambición de las elites apátridas que con los oídos edulcorados con las mieles que los sajones y franceses les vendían, al final sólo probaron las hieles y el hombre común las sobras.

Doscientos años han pasado ya de haberle volteado la cara a la Patria que amalgamaba la unidad de todas las provincias de Ultramar y no ha pasado nada. Cada día la desigualdad de la región se va ampliando, los índices de pobreza, desnutrición, de falta de educación, de salud van cada día al alza sin un rumbo fijo, todo el teatro se desmorona día a día, la codependencia de toda la región para con el imperialismo monopolizante de un sistema financiero plutócrata encabezado por la banca internacional nos tiene endeudados y atados de pies y manos por los próximos ciento cincuenta años.

El desarrollo de las republicas bananeras es una mera obra de cine de ciencia ficción, las garantías de vida y la calidad y el bienestar de la comunidad es una utopía o mejor dicho es algo desconocido, algo que a la mayoría de gente de a pie no le interesa, no se detiene a reflexionarlo porque no tiene tiempo de hacerlo, por el mismo trajín del vivir el día a día.

Todo el teatro que se montó hace doscientos años endiosando a las constituciones, las cuales colocaron al actual estado como único y todo poderoso se cae a pedazos, las mentiras con las que se nos adoctrinó en la escuela y en la academia no se pueden seguir sosteniendo, se caen a pedazos, sin Dios en el horizonte todo alrededor se derrumba.

Circulo Tradicionalista del Reino de Guatemala