Mi patria en Las Indias, y las Indias en Las Españas

Reynos de Yndias

Cuando se habla de la hispanidad, o de lo que es más preciso, las Españas, salen a relucir una serie de malentendidos y tergiversaciones sobre lo que tradicionalmente fueron las Indias dentro de la Monarquía Católica y lo que subsecuentemente deberían ser los hispanoamericanos e hispanomalayos (filipinos) dentro de la hispanidad o, valga la redundancia, lo que deberían ser los indianos dentro de las Españas.

En lugar de discutir sobre la terminología y cuál es más correcta, lo importante es aclarar todas las cuestiones que encierran estos términos.

Muchas de las confusiones en torno a la hermandad de los hispanos de ambos hemisferios son consecuencia natural de las ideas ilustradas y su concepto del Estado-nación moderno, el cual a su vez implica necesariamente la homogeneización de los pueblos dentro de sus fronteras. Yendo concretamente al caso presente, muchas personas suelen pensar que, por ser hispanos todos estos pueblos, son iguales o que en tiempos de la Monarquía Católica lo eran, creyendo que era una especie de Estado-nación transcontinental.

El problema fundamental es creer que la desigualdad en derechos y privilegios implica ser desiguales en dignidad. La igualdad ante la ley es una farsa y el derecho antiguo era sabio al tratar desigualmente a los desiguales. Como somos desiguales en nuestras necesidades y nuestro modo de ser, se requieren leyes que respondan correctamente a esos casos particulares y es por eso que existían los fueros de las diferentes regiones españolas: para atender con diferencia las necesidades diferentes. A pesar de que esta idea está clara dentro del carlismo, fuera de él no lo es tanto y mucho menos entre los que suscriben al hispanismo de internet nacido la década pasada.

Ahora bien, hay que dejar claro que si bien las Indias sí eran parte de las Españas y los indianos sí eran súbditos del Rey Católico como lo eran los peninsulares, las Indias eran un grupo especial dentro de las Españas y diferenciado de las peninsulares, pero igual de dignas.

Los indianos tenemos el gran problema de que en varios de nuestros países no hubo muchos representantes del tradicionalismo, por lo que sigue siendo una tarea pendiente la construcción de un tradicionalismo indiano fiel a sus raíces hispánicas y, sobre todo orgulloso del gentilicio indiano, ya que fue el que se nos dio durante la conquista. Este tradicionalismo indiano debe apartarse de toda tentación hispanista de homogeneización con la península porque nosotros también tenemos tradiciones particulares y diferenciadas de las demás Españas pero que no son excluyentes de la más pura tradición política española que debe unirnos a todos.

En este orden de ideas lo consecuente es defender la diversidad dentro de las Españas indianas (las Indias) tal y como el carlismo la ha defendido dentro de la península, y tal defensa exige la no igualación; la no confusión desmesurada entre nuestras gentes; el no tránsito masivo y no regulado de personas de varios lugares a otros.

Dentro del orden indiano no existía la libertad de movimiento como la entendemos hoy en día y para transitar entre los diferentes Reinos de Indias o a la península y viceversa se requerían permisos que hoy no son tan estrictos. Así pues, la migración que sí existía en el pasado es diferente de la migración masiva y desregulada de hoy. La migración desregulada es un fenómeno propio de la modernidad y lo que trae como consecuencia es una cultura cosmopolita que, a su vez, nos lleva al desarraigo de la tierra que nos vio nacer. Este fenómeno es totalmente distinto del mestizaje en las Indias que dio lugar al nacimiento de culturas y tradiciones diferenciadas entre sí, con un profundo arraigo y consciencia de esa particularidad como lo pueden ser los paisas, los pastenses o los llaneros.

Los tradicionalistas hispánicos de ambos hemisferios no debemos apostar por la unidad artificial y moderna que más se parece al proyecto de la Pepa que a la auténtica hispanidad, la cual no era otra cosa que la Monarquía Católica y las sabias leyes que implantó en sus Reinos de Indias. En vez de eso, debemos apostar por la que fue en aquellos años nuestra verdadera unidad y nuestra verdadera hermandad; la misma fe en el mismo Dios y la lealtad al mismo Rey.

Parafraseando a un correligionario venezolano: Mi patria en las Indias y las Indias en las Españas.

Eduardo Jiménez,Círculo Tradicionalista Gaspar de Rodas.