La partitocracia, el virus principal

POOL Eu/ E. Parra

No hace falta estar en primera línea para percatarse de la situación «política» que padecemos. En medio de la llamada segunda ola, la pandemia azota con severidad a un pueblo adormecido. Los políticos del régimen democrático se lanzan cómodamente quejas y reproches.

Es significativo cómo la ideología democrática ha infectado del peor de los virus a los españoles. Como síntoma principal, observamos la nula comprensión de la realidad. El régimen del 78 es un sistema de partidos, de familias de poder cuyos clientes son sus votantes. En él no hay ni bien común, ni bien público ni nada. Todo bien de España se encuentra sustituido por los intereses particulares, el provecho del partido.

Esos intereses exigen la exclusividad. Un partido no puede tolerar que sus votantes no vean a los demás como enemigos. Esto les llevará a ir corriendo a los pies de su patrón, para que los defienda. El parlamentarismo se asienta sobre el odio entre vecinos y familias, en la división entre hombres y mujeres, entre ricos y pobres. Toda división genera un conflicto, y este conflicto lo abanderan dos partidos acaparando el voto de ambos frentes. Así funciona.

Los recientes hechos son reveladores. El conservador VOX lideró una moción de censura contra el gobierno de Sánchez. Ante esto, el centro derecha (PP) queda contra la espada y la pared. Si se asocia con VOX se diluye; si renuncia a hacerlo, sus votantes lo verán como cobarde y serán clientes de VOX. Una vez bajado el telón, en el teatro parlamentario sólo quedan actores de tercera manipulando masas de influencia y poder.

La partitocracia y el bien común son incompatibles. Ambos son diametralmente opuestos. La coexistencia del bien común y los partidos es como la de los zorros y las gallinas.

Miguel Quesada, Círculo Hispalense.