La Virgen de los Milagros de Caacupé

Caacupé. Foto Carlos Juri

En este primer día de la Octava de la Inmaculada Concepción, continuamos ofreciendo la programación especial con motivo del primer aniversario de La Esperanza, periódico católico monárquico

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La Madre de Dios, María Santísima, ha acompañado siempre en la vida de los paraguayos, desde el inicio de la Conquista y la Evangelización.

Además, del patronazgo de la advocación de La Asunción y de La Encarnación, la Inmaculada Concepción está presente en la devoción de muchos paraguayos. Similar afecto religioso, se tiene en la Madre Patria peninsular, al ser las Españas, «Tierra de María».

Cuenta la tradición, que un indio católico de nombre José, de oficio escultor, que vivía en los inicios del pueblo de Tobatí, a finales del siglo XVI y principios del siglo XVII. Un día, saliendo a los bosques en busca de madera para sus trabajos, fue asaltado por indios Mbajá (hacían la guerra a españoles y portugueses) que, huyendo de ellos, se escondió tras un gran tronco. Invocando a la Santísima Virgen, se comprometió a que, si lo ayudaba a salir del apuro, esculpiría su imagen. Oídos los ruegos del indio José, los Mbajá pasan de largo.

El indio José, agradecido por la maternal ayuda, esculpe del tronco donde se ocultó, dos tallas con la imagen de la Santísima Virgen en su Inmaculada Concepción. La imagen mayor fue llevada para el culto a Tobati y la menor quedó para la devoción familiar.

Este tipo de milagros, se encuentran muy presentes en la vida de los fieles, que generación tras generación, realizan la anual peregrinación para ofrecer el sacrificio de un año y la promesa de un año mejor, bajo la protección de la Virgen de los Milagros.

Esa imagen tallada, una de ellas se venera en la ciudad de Caacupé, sede de la gran expresión de religiosidad popular que se da cada año en la fiesta de la Inmaculada Concepción de María.

La esperanza de muchos devotos está en que la Divina Providencia, escuche la intercesión de la Virgen de los Milagros por sus hijos, y conceda la gracia de la conversión y de perdón para todos.

Federico Vallovera, Círculo Tradicionalista Nuestra Señora de La Asunción del Paraguay