El pasado domingo 17 de noviembre, en la ciudad de Valencia, el Círculo Cultural Alberto Ruiz de Galarreta, de la Comunión Tradicionalista, llevó a cabo la tercera reunión de su tercer curso de formación política.
En este medio había sido anunciada, además, nuestra reunión del domingo 27 de octubre, fiesta de Cristo Rey: dos días antes de la gota fría. La catástrofe sobrevino de tal manera que no se pudo publicar una crónica de la memorable sesión, que congregó a casi una treintena de asistentes. Nuestro correligionario Mario expuso excelentemente las consecuencias políticas del dogma de Cristo Rey.
Al comienzo de la reunión de este último domingo, tras las oraciones iniciales, las primeras palabras fueron destinadas a comunicar nuestra plena consciencia de la trágica situación presente a unos pocos kilómetros de nuestros hogares, en la que además se encuentran inmersos correligionarios y amigos nuestros. El surgimiento de nuestro Círculo, hace ya unos dos años y medio, no se debió a un gusto superficial, frívolo o erudito por las cuestiones que tratamos —sobre las cuales, por cierto, cualquier lector atento reconocerá que no son frívolas ni superficiales—. Pero en ningún caso queremos que nuestra actividad se asocie a un clima social de abundancia material y comodidad, porque creemos que nuestra acción no es una actividad recreativa ni un lujo prescindible, sino una necesidad y un deber: si pretendemos contribuir a la restauración política de España, la perseverancia en nuestro quehacer apostólico local es ineludible.
En tal sentido, la Junta del Círculo resolvió hace ya meses dedicar una reunión al maestro Rafael Gambra Ciudad (1920-2004) en el vigésimo aniversario de su fallecimiento, como piadoso recuerdo y modesto homenaje a quien fuera esforzado y leal servidor de la tradición católica española.
El contenido de las exposiciones, en su conjunto, no constituyó tanto una introducción propiamente dicha a la extensa y profunda obra de Gambra —lo cual probablemente requeriría varias sesiones monográficas, cuando no un curso entero— como una simple aproximación a algunos de los aspectos más salientes de su figura y de su pensamiento. Esto es, se trató más de una invitación a profundizar en ellos que de una síntesis sistemática y completa.
Con todo, este primer acercamiento nos facilitará a los asistentes poder estudiar con mayor provecho sus libros, alguno de los cuales centrará a buen seguro, con el favor de Dios, más de una convocatoria venidera de nuestro Círculo. Pues no en vano se trata, sin discusión ni exageración posibles, de una de las cimas del pensamiento tradicional. Referencia obligada, por tanto, en su vida y en su obra, para todo buen carlista.
Siempre es un deber de piedad dar a conocer y amar a los maestros, pero además también lo es de prudencia política. Pues hay un estrecho vínculo entre el que enseña y lo enseñado, por una parte, y entre el que aprende y aquél del que aprende, por otra. Dar a conocer y amar a los maestros de la Causa, es de algún modo dar a conocer y amar la Causa misma: ayudar a arraigarse moral e incluso afectivamente en ella, en la continuidad venerable de sus hechos, de sus doctrinas y de los hombres por quienes éstas han llegado hasta nosotros.
Baste por ahora con dar cuenta sucinta de las tres exposiciones que jalonaron la reunión. En primer lugar, Juan Oltra introdujo la sesión y trazó una panorámica de la ejecutoria política e intelectual de don Rafael. Siguiendo de cerca los primeros capítulos de la obra Koinós. El pensamiento político de Rafael Gambra, del Prof. Miguel Ayuso, bosquejó una semblanza biográfica en torno a cuatro actos de un mismo combate por la tradición: la lucha contra la democracia-cristiana de El Debate y la CEDA; su participación como jovencísimo requeté en la Cruzada de 1936; su empeño en darle la mayor eficacia y operatividad política al Carlismo, en pugna contra el Régimen de Franco; y, por último, su enfrentamiento al modernismo, que eclosionó con ocasión del Concilio Vaticano II. Asimismo, se sirvió de varios artículos de Alberto Ruiz de Galarreta para trazar la fisonomía espiritual y el estilo carlista de Rafael Gambra.
La segunda exposición, a cargo del joven profesor de Historia Juan Monzó, se centró en glosar algunas de las lúcidas reflexiones que estampó el homenajeado en las primeras páginas de su Monarquía social y representativa en el pensamiento tradicional (1953); mientras que la tercera y conclusiva intervención, ofrecida por una margarita de nuestro Círculo, nos brindó una magnífica síntesis de uno de los capítulos centrales de La unidad religiosa y el derrotismo católico (1965), esencial para comprender el verdadero sentido de la Historia de España, que no es otro que el sentido religioso: pero no el de una religiosidad folclórica o sociológicamente mayoritaria, sino el de una fe católica comunitariamente vivida y hondamente entrañada.
Una animada tertulia sirvió para extraer interesantes y muy pertinentes corolarios de actualidad de algunas de las ideas expuestas. Nos despedimos afectuosamente quedando emplazados para la próxima reunión, a comienzos del mes de diciembre.
Círculo Cultural Alberto Ruiz de Galarreta (Valencia)
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