El detente, signo contrarrevolucionario

LA FE DE LOS REQUETÉS, ANTES QUE REZADORA, ERA PRÁCTICA, BREVE, SENCILLA, MILITAR… Y UNO DE SUS DISTINTIVOS, JUNTO CON LA CRUZ ALZADA QUE ACOMPAÑABA CADA TERCIO, ERA EL DETENTE QUE LLEVABAN ORGULLOSOS EN SUS CAMISAS A LA ALTURA DEL PECHO

Durante la Cruzada del 36, los requetés popularizaron en España el uso del detente. Un trozo de tela, habitualmente con forma ovalada, que tenía bordado el Sagrado Corazón de Jesús y, alrededor, el lema «Detente, el Corazón de Jesús está conmigo. Venga a nos tu reino». Sabedores de que soldados de la causa, y tal y como dice el devocionario, cada requeté se consideraba soldado de una cruzada que pone a Dios como fin y en Él confía su triunfo. La fe de los requetés, antes que rezadora, era práctica, breve, sencilla, militar… y uno de sus distintivos, junto con la cruz alzada que acompañaba cada tercio, era el detente que llevaban orgullosos en sus camisas a la altura del pecho.

El emblema de los requetés tiene su origen en la Francia prerevolucionaria del s. XVII. Santa María Margarita de Alacoque, religiosa visitandina en el monasterio de Parey le Moniale, en una de las alocuciones que le revela el Sagrado Corazón de Jesús, recibe el encargo de hacer una placas con la imagen del Sagrado Corazón, así lo atestigua la misma santa en una carta dirigida a la Madre Saumaise el 2 de Marzo de 1686 en la que le dice: «Él (Jesús) desea que usted mande a hacer unas placas de cobre con la imagen de su Sagrado Corazón para que todos aquellos que quisieran ofrecerle un homenaje las pongan en sus casas, y unas pequeñas para llevarlas puestas». Ella misma llevaba una sobre su pecho, debajo del hábito e invitaba a sus novicias a hacer lo mismo. Hizo muchas de estas imágenes y recomendaba que su uso era muy agradable al Sagrado Corazón.

Pero su uso todavía tenía que alcanzar mayor fama durante la terrible plaga que asoló Marsella durante el año 1720. La Venerable Ana Magdalena Rémuzat, a quien el Señor le había dejado saber de antemano el daño que iba a causar la plaga y también el maravilloso auxilio que la ciudad encontraría en la devoción a Su Sagrado Corazón. Ella hizo, con la ayuda de sus hermanas en religión, miles de estos emblemas y los repartieron por toda la ciudad y alrededores. La historia nos relata que poco después la plaga cesó. Durante la peste se popularizó tanto la forma ovalada como el nombre, que deriva de la frase en latín «Detente Pestem, Invocavit Nomen Tuum».

Durante la terrible persecución religiosa que se desató en el tiempo de la Revolución Francesa, estos escapularios se tuvieron por “la manifestación viva del fanatismo” y como evidencia de hostilidad al régimen revolucionario. Durante el juicio de la reina María Antonieta, se produjo en su contra, como evidencia, un pedazo de papel muy fino que se encontró entre sus pertenencias, en el que la imagen del Sagrado Corazón estaba dibujada, con la llaga, la cruz y la corona de espinas, y con la leyenda: «Sagrado Corazón de Jesús, ten misericordia de nosotros».

También durante la guerra cristera, en México, en la época de la persecución religiosa emprendida por el gobierno de Plutarco Elías Calles, los detente fueron usados de manera masiva por los cristeros, quienes, confiaban que con la ayuda del Sagrado Corazón de Jesús, saldrían gloriosos.

En 1870, una dama romana, deseando saber la opinión del Sumo Pontífice Pío IX acerca del detente del Sagrado Corazón de Jesús, le presentó uno. Conmovido a la vista de esta señal de salvación, el Papa concedió aprobación definitiva a tal devoción y dijo: «Esto, señora, es una inspiración del Cielo. Sí, del Cielo». Y, después de un breve silencio añadió:

«Voy a bendecir este Corazón, y quiero que todos aquellos que fueren hechos según este modelo reciban esta misma bendición, sin que sea necesario que algún otro sacerdote la renueve. Además, quiero que Satanás de modo alguno pueda causar daño a aquellos que lleven consigo el Escudo, símbolo del Corazón adorable de Jesús».

El mismo Papa Pío IX le concedió en el año 1872, una indulgencia de 100 días una vez al día a todos los fieles que usaran alrededor de sus cuellos este emblema piadoso y rezaran un Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

En un breve de fecha 20 de Junio de 1873 encontramos la respuesta a dos preguntas en referencia al detente que nos parecen oportunas añadir. En primer lugar, como no es un escapulario en el sentido estricto de la palabra, sino más bien un escudo o emblema del Sagrado Corazón, las reglas generales para el escapulario propiamente llamado, no son aplicable a él. Así que no necesita ni una bendición especial, ni una ceremonia o inscripción. Es suficiente con usarlo para que cuelgue en el cuello. Aunque, en mi humilde opinión es mejor que esté bendecido por un sacerdote y que lo haga al estilo tradicional, empleando agua bendita mezclada con sal. En segundo lugar, la leyenda «Detente, el Corazón de Jesús está aquí» no es obligatoria, aunque, también en mi opinión, conviene que sea lo más parecida posible, en su significado y literalidad.

Aunque no se pueda, stricto sensu, equiparar a un escapulario, no por ello, debemos excluirlo de los sacramentales, es decir, de aquellos objetos religiosos que la Iglesia ha aprobado como signo que nos ayudan a vivir santamente y a aumentar nuestra devoción. Los sacramentales deben mover nuestros corazones a renunciar a todo pecado, incluso al venial. Animado por este signo, el carlista recuerda en cada instante lo que dice la ordenanza del Requeté: «Ante Dios nunca serás héroe anónimo. Tú, soldado de la tradición, habrás de tener puesto en el Reino de Dios».

Juan María Latorre, Círculo Cultural Alberto Ruiz de Galarreta                             

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