Las letras paraguayas pre-secesionistas: un mundo olvidado

La Segunda Fundación de Buenos Aires, por José Moreno Carbonero

El conocimiento que se tiene de las letras paraguayas en un segmento que abarca 287 años es pobre. Desde el descubrimiento del Paraguay hasta la lamentable secesión de 1811, son pocas las obras publicadas que fueran advertidas por el Reino. La primera manifestación lírica que hubo en tierras rioplatenses es el «Romance Indiano», del poeta Luis Miranda de Villafañe, natural de Plasencia. Fue escrita alrededor de 1544, aunque sólo advertida en 1569. Esta elegía en verso personifica al Paraguay como una mujer encantadora a la par que trágica, cual sirena que atrae a los hombres para luego sacrificarlos. Describe las penurias y sufrimientos de la conquista, siendo uno de los primeros poemas que habla de esta tierra.

La obra de Barco de Centenera, por su parte, tuvo mayor repercusión. Publicada en 1602, «La Argentina» describe un cuarto de siglo de esfuerzos españoles para conquistar los actuales territorios de Argentina y Paraguay. Aunque la obra tiene pocos méritos poéticos, su valor histórico y documental es reseñable: el autor fue testigo presencial de lo que canta con la pluma. Este poema épico hace un constante vaivén de lo maravilloso a lo histórico. Pueden encontrarse plantas malditas, apariciones de sirenas en el lago, demonios y almas condenadas que pueblan el lago de las proximidades de Aksai, animales fantásticos y raros, etc.

En lo histórico, la obra se llena de sonidos e imágenes, ruidos, descripciones y voces de animales, del río y hasta del silbido de las víboras. Contiene pulcras descripciones de las regiones vecinas de la Asunción, del Cerró Lambaré, del lago Ypoá. Es posible leer la lucha de Salazar con una serpiente, el combate contra el cacique Lambaré, las guerras entre tribus y la lucha de Ruy Diaz Melgarejo contra los indios.

Podría mencionarse a otros muchos autores, como Diego de Boroa, Lucas de Mendoza, y hasta el malhadado José de Antequera. Sin embargo, es obligado mencionar dos romances anónimos, cultivo de la herencia romancera de arraigada tradición en la Península. El primero, «Romance de Don Nuño», consta de 38 versos hexasílabos que narran en lenguaje sencillo la expedición de Don Nuño  de Chaves al Perú y su triste muerte. El segundo es un romance sobre la Leyenda de Santo Tomé, quien según la leyenda que recorría entre guaraníes y recogida por los jesuitas recogieron, viniera a preparar la evangelización. Enseñó a los indios las virtudes, el arte de la agricultura y el uso de la yerba mate. Razón por la cual hasta hoy en día los paraguayos dedican el primer sorbo de tereré al santo apóstol. Una vez acabada la misión que Dios le había encomendado, Santo Tomé se volvió a la mar de donde hubo venido.

Santo Tomé entró en el río,

y en peana de cristal

las aguas se lo llevaron

a las llanuras de la mar.

Los indios, de su partida

no se pueden consolar,

y a Dios siempre están pidiendo

que vuelva Santo Tomás.

 

Enrique G. Machuca, Circulo Tradicionalista Ntra. Sra. De la Asunción del Paraguay.