
En estos tiempos tan oscuros y vacuos, la sonrisa es un reflejo de la poca humanidad que nos queda. Sin embargo, la sonrisa puede ser reflejo de otra cosa: de la más oscura connivencia o aquiescencia. Doña Michelle Bachelet, a la sazón de Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, tuvo una reunión con Nicolás Maduro. Ciertamente es inimaginable que todo el encanto caribeño de Maduro sea capaz de amainar el hambre y la pobreza en la que ha sumido a su país.
La conversación suscrita entre estas dos marionetas (una fue calificada de «carta tapada de los militares») del posmarxismo y el progresismo, es el reflejo más nítido de lo que estos tiempos aciagos nos traen. Pero la pregunta primordial es: ¿qué puede unir entre tanta sonrisa y divertimento estas dos figuras? Como ya conocemos de sobra el talante de Maduro, quizás es mejor referirnos a doña Miguelina.
Doña Michele Bachelet Jeria, ex Presidente del ya extinto Chile, tiene deudas de profunda gratitud con la RDA, declaradas por ella misma. Un país extinto donde el espionaje era el deporte y un ejercicio de salubridad pública. Más aún, su madre exhibió las mismas muestras que su hija.
Por otra parte, su primera presidencia no hizo más que horadar un ethos que se había logrado desde la transición política: la coexistencia pacífica de los conglomerados gobernantes. En este período aparecieron los bacheltismos-aliancistas. Con pavor vemos que el autor de esta doctrina figura entre las primeras preferencias para gobernar lo que queda de Chile.
No obstante, el corolario de su mandato fue ruinoso manejo del terremoto del 2010. Aquí, la estructura de la República no dio el ancho. Fue sobrepasada por la sociedad o, mejor dicho, la demogresca. Me imagino que éste fue el indicio y la muestra de que ya Chile y su estructura dejaron de existir.
Pero lo más terrible no es esto. Fue en la campaña de primarias del 2013. Ahí un periodista le preguntó a doña Miguelina: ¿usted se siente responsable por las víctimas del terremoto ocurrido el 2010? Ella con frialdad mortecina respondió: «Yo no tengo por qué sentirme responsable».
Hay que recordar que la justicia procesó a su ex Secretario General de Gobierno, Patricio Rosende, y a la Directora de la Oficina Nacional de Emergencia(ONEMI), Carmen Fernández, ambos designados por Bachelet. Los responsables, se inmolaron por doña Miguelina, pagando una indemnización a las víctimas y al ostracismo político.
En definitiva, esa sonrisa, no es más que una máscara o carta tapada. De quién o quiénes: juzgue el lector impenitente…
Nicolás Fernández Aránguiz, Círculo Tradicionalista Antonio de Quintanilla y Santiago, de Chile