Don Carlos VII en el Congreso Antimasónico de Trento

fotografía de Don Carlos VII coloreada por Julius B. Jääskeläinen

En este mes de septiembre harán 125 años del Primer Congreso Antimasónico Internacional (1896), reunido en la ciudad que siglos antes había acogido las deliberaciones del XIX Concilio Ecuménico de la Iglesia Católica y que por entonces formaba parte del Imperio Austrohúngaro.

Inaugurado el día 26, fue su presidente efectivo el Príncipe Carlos de Löwenstein, cofundador de la Liga Internacional contra el Duelo y tío bisabuelo de Don Sixto Enrique de Borbón ―pues era hermano de la Princesa Adelaida, esposa de Don Miguel I de Portugal―. Bien conocido es que en una de sus sesiones fue presentada una moción de aplauso a favor del entonces diputado Juan Vázquez de Mella y de los católicos de Granada por su actividad antimasónica en España.

Don Carlos, que el día 30 asistió al Te Deum de clausura acompañado por su esposa Doña Berta y por su hija la Infanta Doña Alicia, fue recibido con honores reales en la Catedral, como lo había dispuesto el Obispo de Trento. Los ilustres señores ―ubicados en el lado del Evangelio― fueron saludados reverentemente por el Arzobispo de Salzburgo, Cardenal Haller, quien, al pasar delante de la real familia, se inclinó quitándose la birreta, ejemplo que siguieron los demás obispos.

Al salir, el Duque de Madrid fue vitoreado por su adhesión al Congreso, prueba (como si hiciera falta) de su impecable catolicismo y de su firme militancia antimasónica, por la que pagó con el exilio y con la usurpación del Trono que a él por derecho le correspondía.

El propio Don Carlos se refirió a la secta masónica en estos términos: «O los gobiernos europeos dan batalla a la Masonería negándole el agua y el fuego, o día llegará en que ésta, dueña de las masas sin Dios, las lanzará famélicas a la conquista del poder con más insano furor que los bárbaros de Atila, pues si éstos se detuvieron ante la mayestática figura de San León, las masas descreídas y enloquecidas por la Masonería harán tabla rasa de lo más santo y sagrado, y día también llegará que mis leales tendrán de nuevo que batir el cobre para restaurar la civilización cristiana y salvar a España».

Juan Pablo Timaná, Círculo Tradicionalista Gaspar de Rodas.