Las falsas celebraciones en Méjico

Foto Gobierno Mexicano

CIUDAD DE MÉJICO- Este sábado 20 de noviembre el presidente Andrés Manuel López Obrador encabezó los festejos con motivo de la «celebración de los 111 años del inicio de la revolución mexicana», además de presidir el tan acostumbrado desfile con­memorativo.

Ante la festividad cívica mexicana que ha venido a sustituir las realmente patrióti­cas, López Obrador ofreció un discurso destacando que: «la revolución mexicana es la más popular y profunda que se haya registrado en nuestro país, tengamos en cuenta que, desde la independencia y durante todo el siglo XIX, la estructura de dominación colonial permaneció prácticamente inalterable».

El mandatario insiste en que esas 3 grandes «transformaciones» históricas a saber: «independencia», «reforma» y revolución, lograron avances sociales y políticos muy im­portantes señalando que: «la independencia, aunque comenzó con el noble propósito de la defensa de los pobres y la defensa de la esclavitud, su fruto principal fue la creación de la nación soberana». Mientras que la llamada guerra de reforma trajo según él: «el mi­lagro de separar antes que, en otros países el poder clerical del poder civil, aunque tam­poco concretó nada en beneficio del pueblo raso». Por último, al referirse al aconteci­miento que celebra, la Revolución mexicana señaló que «la lucha contra la dictadura de Porfirio Díaz no fue infructuosa, se reconocieron las principales demandas del pueblo en la Constitución de 1917.

De nuevo el discurso demagogo echa de menos la realidad tras esas transformacio­nes, pues trajeron atraso económico, impiedad política y social, sometimiento a los dictámenes de los Estados Unidos de quienes somos verdadera colonia, pues con el nombre oficial: Estados Unidos Mexicanos nos damos una clara idea. Pero, sobre todo, esa revolución mexicana atizó más de forma legalista un ambiente anticristiano, mismo que se manifestó en la verdadera revuelta popular: la Gesta Cristera de 1926.

Agencia FARO, Círculo Tradicionalista Celedonio de Jarauta