Del conglomerado a la disolución

Reza un axioma metafísico que la unidad es un requisito necesario para la existencia de todo ente. A mayor perfección del ente, mayor complejidad de la unidad. Así, tanto una piedra como un perro se fundan en una unidad, pero si divido la piedra tendré dos piedras, y si divido al perro el resultado será la muerte del mismo.

Esta unidad predicada de los seres tiene su paralelismo con los grupos. Así, la unidad en sí misma no garantiza su permanencia a lo largo del tiempo, sino la unidad de fin. Lo dice la sentencia evangélica: «Omne regnum in seipsum divisum desolabitur, et domus supra domum cadet» (Lc. XI, 17).

El 22 de febrero pasado la fundación DENAES (acrónimo de Defensa de la Nación Española) anunciaba una actividad para el día 26 siguiente en el Hotel AC Tarragona. Se trataba de reflexionar sobre la naturaleza evidentemente hispánica del Principado de Cataluña. Intención quizás trufada por una unidad material de corte liberal unificadora, dada la naturaleza de DENAES, brazo intelectual del liberalismo de extrema derecha que representa VOX. Esto no son acusaciones infundadas, basta conocer la historia de la fundación para encontrarnos a Santiago Abascal, fundador y actual secretario del Patronato de la fundación, a Iván Vélez, actual director de la fundación y miembro de las listas de Abascal, Gustavo Bueno Sánchez como Vicepresidente… Parece ser que los tufos no sólo provienen del liberalismo sistémico, sino también de cierta escuela (lo mismo el término le viene grande) ideológica que maquilla con perfumes hispánicos folclóricos decrépitas y podridas tesis pseudo marxistas.

Los lectores podrán preguntarse la razón de un comentario sobre una actividad organizada por una fundación tan ajena a la tradición política hispánica, brújula de La Esperanza. La razón no es otra que los intervinientes (¿cómplices?) en el acto. Nada menos que al pie del cartel de DENAES nos encontramos con Somatemps, organización dirigida por el tesorero de cierta agrupación que se pretende carlista, y con Unidad Hispanista, entidad relacionada (así lo declara en su página oficial) con Somatemps y otros grupos minoritarios, algunos de los cuales se cobijan bajo ese referido pseudo carlismo. Lo sangrante de la situación no sólo es que algún miembro reconocido de estos grupos participara en el acto (¡que también!), sino que el acto se realizaba en coordinación con los mismos. Esto es, no estamos ante una situación de colaboración individual que, en ocasiones, puede ser inspirada por la generosidad o la prudencia, sino ante un reconocimiento de colaboración institucional. Mi pregunta es: ¿tienen algo en común los liberales nacionalistas conservadores con el mundo pseudo tradicional sobre el que revolotean estos grupos? Me gustaría pensar que no, pero la sensación es ciertamente inquietante.

Este pseudo tradicionalismo acabará disolviéndose precisamente por la falta de unidad interna, como veíamos al comienzo. La confluencia de pietismos, folclores, espíritus de cofradías (¿peñas?), desvaríos dinásticos, ambigüedades ante la crisis de la Iglesia, retóricas semiculturales… implica un fenómeno que ya ha empezado a desarrollarse. Pese a renovaciones en puestos que a los recién llegados los llenan de ganas de agitar un árbol que dejó de dar frutos hace años, es evidente que cada una de estas tendencias empieza a tomar el todo por la parte, si es que hubo en algún momento todo o si es que las partes no lo identificaron consigo mismas. El resultado de las fuerzas centrífugas internas será primero, lo estamos viendo, la confusión: unos se dedicarán a un tema, otros se sumarán a otros grupos, otros irán en busca de una cara extranjera que los «represente», y otros, simplemente, se irán a casa. La tensión se tornará en división, y la división evidenciará lo que denunciamos, la ausencia de unidad interna, fundamento de todo ser.

Miguel Quesada, Círculo Hispalense