La República de China (Formosa) y la China comunista son los países que encabezan la producción mundial de semiconductores, Según el ranking de la consultora Gartner, los tres primeros suministradores del mundo (Intel, Samsung y SK Hynix) controlan casi el 35% de las ventas mundiales. Entre los fabricantes, la taiwanesa TSMC ocupa la primera posición con un 58,8% del mercado por ingresos, seguida de UMS, que tiene una cuota del 7,8%.
A pesar que los titulares de los periódicos generalistas califican esta escasez como una vuelta de tuerca de la crisis, muchos analistas estimaban que este año oferta y demanda iban a acercar sus posiciones; finalmente ese acercamiento no se ha concretado en la realidad.
El presidente de Renault España, José Vicente de los Mozos, ya advirtió a finales de 2021 de que esta situación de suministro de semiconductores proseguiría en lo que queda del 2022 y al menos en el primer semestre del 2023. Ya en aquel momento se señalaba que se trataba de un problema «global» que afectaba a todos los sectores productivos: existe una diferencia de un 15% entre la demanda y oferta.
Ante los cantos de sirena de gobernantes de todo pelaje, lo ha vuelto a recordar Kyung Kyehyun, líder de la división de soluciones de dispositivos de Samsung, quien se encarga de supervisar las operaciones en torno a los semiconductores en la empresa: «La percepción general a principios de este año era que la segunda mitad sería mejor, pero de abril a mayo cambió drásticamente».
Pero, ¿faltan realmente? Según la Asociación de la Industria de los Semiconductores (SIA), en el año 2021 el mercado creció un 26,2% respecto al 2020. No escasean, al contrario: se están fabricando y vendiendo más que nunca. Muchos más que en años anteriores. Simplemente ha crecido la demanda en proporciones no asumibles.
Entonces, ¿por qué no fabricamos? Porque no puede cualquiera, ni se lo permiten: el equipamiento tecnológico es muy sofisticado, máxime si lo que queremos es fabricar semiconductores de alta integración. Y los procesos fotolitográficos más avanzados exigen procedimientos que se llevan a cabo en unas instalaciones con requisitos muy exigentes.
Entremos más en detalle: el mercado de los semiconductores está formado por tres tipos de compañías: las «fabless» (carecen de una planta de fabricación propia), las «foundry» (fabrican para terceros) y los fabricantes de dispositivos integrados (IMD), que diseñan y producen, como son Intel o Samsung. Se espera para el 2025 las tipo «fabless» supondrán el 49% del mercado mundial, frente al 41% de 2020, mientras que las «foundry» aumentarán con una tasa de crecimiento anual compuesta del 12% en ese periodo de cinco años.
La capacidad de las «foundry» seguirá creciendo en Asia y el Pacífico, concretamente, Corea del Sur aumentará su fabricación hasta acaparar el 19% de los ingresos mundiales (frente al 16% de 2020), la comunista República Popular China suba hasta el 15% (ante el 12% del ejercicio pasado) y continúe como líder de las compañías de fabricación, representando el 68% del mercado mundial.
El caso de España
Los efectos son más devastadores, por ser dependientes y por nuestra condición de siervos de Bruselas.
Ford retrasa a octubre tres días de ERTE en Almussafes. Siguen esperando más de 10.000 coches incompletos en Volkswagen-Navarra. Se añade el paro puntual de algunas plantas, como la de Mercedes en la ciudad de Vitoria, que interrumpió su producción en abril por «la incertidumbre respecto al suministro de piezas». Renault se paralizó en las mismas fechas, en sus fábricas de Valladolid y Palencia. Seat plantea un ERTE hasta final de año (la fábrica de Martorell que ensambla el Formentor y el León, tendrá un recorte de producción de 19.000 unidades hasta el 23 de diciembre).
Estas acciones tienen consecuencias directas en las familias: destrucción de 23.700 puestos de trabajo en el segundo trimestre de 2022 según los datos de la Encuesta de Población Activa (el caso de Martorell supone un excedente diario de 600 trabajadores). En esta fecha, la automoción da empleo a 550.400 personas, lo que supone una disminución del 4,1%.
Pero veamos en línea temporal las noticias sobre España.
4 de abril: el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anuncia un nuevo PERTE (Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica) sobre microchips y semiconductores, que desplegará una inversión pública de más de 11.000 millones de euros.
24 de mayo: el Gobierno eleva a más de 12.000 millones el PERTE de los semiconductores, con la pretensión de convertir a España en eje de las inversiones en chips gracias a los fondos comunitarios. Se insinúa no ser atractiva la cifra anterior.
23 de agosto: las ayudas no son suficiente incentivo. España no encuentra fabricantes de semiconductores. Los fabricantes buscan países con una industria ya asentada.
31de agosto: Pedro Sánchez analiza con Samsung las oportunidades de inversión en España en el PERTE de los chips. No ha asomado ningún otro inversor en cinco meses.
1 de septiembre: el secretario de Estado de Digitalización avanza que «hay muchas posibilidades» de conseguir acuerdos concretos. ¿Con quienes? El Gobierno, habituado a la falsedad, no ha hecho gala de ella para anunciar ningún apretón de manos millonario. Mientras España no consigue acuerdos, Alemania ya cuenta con que Intel se establezca allí y en conversaciones avanzadas con el mayor productor de chips del mundo, TSMC. Francia ya cuenta con empresas como Global Foundries Inc. y STMicroelectronics NV para la producción de chips energéticamente eficientes.
Estimado lector, será mejor que no se le averíe nada en su hogar.
Roberto Gómez Bastida, Círculo Tradicionalista de Baeza