No, no soy García-Vao, ni glosaré brillante y sutilmente intrincadas moralejas de alguna película de Disney. Reconozco que tampoco podría: su genio y talento son irrepetibles. Podría intentar imitarlos, pero el resultado sería mucho peor que el original. Es lo que suele ocurrir con los imitadores. Uno tiene que ser realista: si no puede igualar algo, debe limitarse a admirarlo y aplaudirlo. Yo lo hago con García-Vao.
Tampoco el estilo carlista es fácil de imitar. Por ejemplo, el gran Galarreta decía que «los carlistas no tienen prisa y no les importa morir sin ver el triunfo de la Causa, que imaginan con visos de Parusía y escatología». Un imitador de carlista podría entender con esto que el Reinado de Cristo que busca todo verdadero carlista va más allá de la historia: ni es de este mundo, ni es en este mundo. Por eso no opondría reparo alguno a la liturgia reformada, que en este punto es… preocupante.
También Galarreta decía que «se nota en nuestros amigos un cierto desorden, leve y aceptable, […] que cuando se extrapola a la conducta menoscaba la puntualidad». Otro imitador podría desafinar por ello su sentido de la oportunidad. Y si además cae en el mismo error del primer imitador, el resultado no es muy halagüeño: podría aprovechar la nueva fiesta de Cristo Rey del Universo, que precisamente parece revisar la doctrina original de la Realeza de Cristo, para sumarse a manifestaciones cuya funcionalidad a la derecha liberal cabe sospechar. No es que la ocasión no merezca salir a la calle (en estas páginas ya se ha tratado el tema con cautela un par de veces), pero el momento así escogido no podría ser más inoportuno. Con esas premisas, un carlista en Ferraz estaría fuera de lugar salvo que se dirija al Museo Cerralbo.
Pero ni Galarreta defendió el Reinado exclusivamente escatológico de Cristo, ni desafinó nunca su sentido de la oportunidad. Tampoco me consta que pisara jamás Disneylandia.
Manuel Sanjuán, Círculo Cultural Juan Vázquez de Mella
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