La destrucción de la familia natural

Horizontes, Francisco Antonio Cano

El anterior decenio fue, si no trágico, una herida hecha con lanza en ristre para la familia colombiana. En resumidas cuentas, se sancionó lo que es la parodia del matrimonio natural, uniones civiles y la adopción de niños por este tipo de parejas. Este proceso de desmoralización, que bien podríamos llegar a incluirla en el fenómeno de la globalización, es ya regla general en los países hispanos. Unos peor que otros, claro, como Argentina.

No obstante, el principal problema yace en considerar que son éstos los únicos enemigos contra la familia; es decir, que lo único que la erosiona son los colectivos sodomitas y el aborto. Los otros, que iniciaron ya en el siglo pasado, ya han sido asimilados en su totalidad por nuestras sociedades: el sexo prenupcial, el uso de anticonceptivos y el divorcio, siendo este último por lejos el principal factor que ha propiciado la disolución de la familia en nuestros países. Tan asimilados están que varias de las cabecillas conservadoras nacionales ya los tienen como fenómenos naturales, inexorables en nuestras vidas cotidianas. Pero esto de la conciliación del conservadurismo con el mundo moderno ya lo hemos tratado muchas veces.

Se nos dice en las Institutas que el Derecho natural es común a los animales, y que de allí proviene la unión entre hombre y mujer, así como la procreación y educación de los hijos (Inst. 1, 2, 1). La familia natural mal llamada tradicional muchas veces, aunque sin mala intención no atiende a las leyes de la Iglesia o de alguna ideología política, mas sí a la naturaleza misma del mundo y, en consecuencia, a la Ley divina.

Además, el modelo familiar que mucha gente vende como tradicional madre, padre y prole es un producto de la industrialización y de la ingeniería social. O séase, más artificial que natural, siempre que busca limitar el número de hijos al mínimo y dejando de lado, por ejemplo, a los ancianos quienes acaban viviendo por su cuenta o, más triste aún, mantenidos en un geriátrico hasta su muerte. Es así como a las futuras generaciones se les priva del contacto con sus orígenes más remotos y se los limita, en cambio, al aquí y al ahora.

Dios mediante la familia natural, auténtica, resurja en nuestros países.

Felipe Criollo, Círculo Tradicionalista Gaspar de Rodas de Medellín