Papel de sangre (I)

Litografía de don Pedro de la Hoz por J. Donon

Desde que las malhadadas Cortes de Cádiz decretaron la libertad de imprenta en 1809, la causa de la Religión y la Monarquía ha sido defendida por centenares de periódicos en España. En ellos colaboraron millares de autores, la mayoría de ellos brillantes.

En la historia del tradicionalismo español, nombres como los de El Filósofo Rancio, Pedro de la Hoz, Mateos Gago, Eneas, Fabio o Manuel de Santa Cruz tienen poco que envidiar a los de Zumalacárregui, Cabrera, Tristany, Radica o Varela. Quizá estos sean más conocidos, pero los primeros no les iban a la zaga en sacrificio y entrega. Fueron mártires incruentos (y también cruentos), auténticos héroes de la España tradicional. Sólo se diferenciaron en el arma que emplearon para combatir a la Revolución: la pluma en lugar del fusil.

Hablar de la cantidad ingente de diarios, gacetillas, semanarios y boletines adictos a la Santa Causa en toda España sería tarea casi interminable. Pero podemos hacer un repaso de algunos de los diarios más notables, generalmente editados en la Villa y Corte.

Durante la guerra de la Independencia encontramos La Atalaya de la Mancha en Madrid, entre otros muchos títulos. Fue dirigido por el fraile jerónimo Agustín de Castro, quien adquirió fama como polemista y refutó las doctrinas afrancesadas. Más tarde, en el Trienio Liberal, destacaron en la Corte: El Procurador General del Rey y El Restaurador, consagrados a la restauración del Altar y del Trono. Estuvieron bajo la dirección de Luis de la Torre y Fray Manuel Martínez Ferro, respectivamente.

El primer periódico propiamente carlista fue la Gaceta del Real de Oñate, órgano de Carlos V. Fue fundado en 1834 en la España dominada por el Rey, bajo la dirección de Miguel Sanz y Lafuente. Terminada la primera guerra carlista, en 1840 aparecía en Madrid El Católico. Fue un periódico afín al carlismo, pero más religioso que político. Los carlistas optaron por crear uno declaradamente legitimista en 1844, cuando se lo permitieron sus enemigos: La Esperanza.

La brillante pluma de su director, Pedro de la Hoz, se hizo célebre. Su nombre ha pasado con justicia a los anales del periodismo español. Hasta la caída de Isabel la llamada II, en 1868, La Esperanza defendió el Carlismo prácticamente en solitario. A pesar de los muchos obstáculos que levantó el inicuo régimen isabelino, en la década de 1850 llegó a ser el periódico más leído por los españoles.

Durante el Sexenio Revolucionario surgieron periódicos carlistas por doquier. Aunque generalmente trataron de aunar esfuerzos, en ciertas ocasiones dieron comienzo ciertas rencillas lamentables. En Madrid se declararon carlistas, además de La Esperanza: La Regeneración, dirigido por José Canga-Argüelles; y El Pensamiento Español, fundado por Gabino Tejado y Francisco Navarro Villoslada. Al tiempo, Francisco Martín Melgar fundaba La Reconquista, en el pensamiento de que quizá tres diarios carlistas –sin contar semanarios– eran pocos sólo para Madrid. El golpe de Estado de Pavía puso fin a todos ellos, demostrando que la tan cacareada libertad de prensa no era aplicable a los carlistas.

Rodrigo Bueno, Círculo Tradicionalista General Carlos Calderón de Granada