Ante la reforma tributaria de Colombia y la manifestación del 28 de abril

Manifestación del 28 de abril en Bogotá, Colombia. D. Bauman

Ha transcurrido más de un año desde la entrada del virus COVID-19 en Colombia. Desde entonces, el Gobierno de Iván Duque ha aplicado numerosas medidas para evitar la propagación del virus, en su mayoría contradictorias, ineficientes y destructivas para los colombianos, que han demostrado una admirable resistencia frente a la adversidad.

Concretamente, son el confinamiento generalizado y las limitaciones a la actividad económica las que han empobrecido a la población colombiana, sometiéndola al hambre y a la miseria. Ante esta realidad el Gobierno argumenta verse obligado a realizar una reforma tributaria para poder suplir el incremento del gasto público que significa mantener tales restricciones. Ahora bien, resulta irónico que dicha reforma, tan perjudicial para el colombiano del común, sea consecuencia de las mismas medidas del Gobierno que la sociedad ha denunciado repetidamente como devastadoras y desconocedoras de las realidades del país.

Frente a esta situación es que se convocó desde diferentes sectores sociales a un paro nacional, que comenzará este miércoles 28 de abril. Lejos de condenar las denuncias contra el gobierno liberal, las secundamos. Sin embargo, la triste verdad es que los movimientos populares en Colombia no ven las circunstancias a la luz de la doctrina católica, y por tal motivo no saben enfocar sus esfuerzos correctamente, sino que desperdician sus energías aglutinándose en torno a ídolos políticos que, en lugar de buscar el Reinado social de Cristo, ahondan en la destrucción de la patria. Por esto nos parecen insuficientes las acciones emprendidas por gran parte de los ciudadanos indignados: no basta una marcha, ni un paro, ni buscar un cambio «democrático» de gobierno. No. Es preciso derribar este sistema republicano sometido a las oligarquías, desterrar para siempre el liberalismo que desde hace dos siglos asfixia al antiguo Nuevo Reino de Granada y volver a los principios que emanan de nuestra más pura tradición católica e hispánica.

Desde el Círculo Tradicionalista Gaspar de Rodas condenamos vehementemente la reforma tributaria porque sólo empobrecerá al pueblo colombiano que, a pesar de su loable valentía y resistencia, ha sido ya castigado por las medidas irracionales de confinamiento forzado; y compartimos las acusaciones contra el gobierno liberal y contra su constante traición a sus promesas. Empero, vemos con preocupación que estas justas denuncias sean instrumentalizadas por el otro verdugo del pueblo colombiano: la llamada izquierda política, empecinada más en dividir la sociedad que en la consecución de una verdadera justicia social.

Sólo nos queda implorar el patrocinio de Nuestra Señora de Chiquinquirá, Reina de nuestra patria. Rogamos que algún día podamos ver la instauración del Reinado social de Cristo, la única solución a nuestros problemas.

Círculo Tradicionalista Gaspar de Rodas de Medellín