Para conmemorar el 450° aniversario de la batalla de Lepanto, una actividad recomendable es leer «La historia del Cautivo» de la Primera parte de El Quijote. Este relato es probablemente el que más referencias a Lepanto, y a los sucesos que le siguieron, tiene en esta inmortal obra. Abarca los capítulos XXXIX, XL y XLI.
El protagonista es un capitán español, que había sido esclavizado por los moros, quien le cuenta a don Quijote su historia en una posada. La narración sucede principalmente en Lepanto y la costa de Berberia, en 1571 y los años que le siguieron.
Allí aparecen o son mencionados eventos y personajes reales, que actuaron en el Mediterráneo por aquellos tiempos: Don Álvaro de Bazán, el serenísimo Don Juan de Austria y su victoria en Túnez, la nave capitana de los caballeros de Malta, el Uchalí (Uluj Alí), Diego de Urbina (que fue el capitán de La Marquesa, galera donde luchó Cervantes en Lepanto) y «un soldado español llamado tal de Saavedra» (que es el propio Cervantes).
Así es: el autor se nombra a sí mismo. De Riquer y Valverde dicen en el primer tomo de su «Historia de la Literatura Universal»: «El interés de la historia del Cautivo […] es extraordinario por tratarse de un relato en el que Cervantes deja muchas notas autobiográficas».
El cuento es realmente cautivador y agradable de leer; además posee la característica de casi no estar vinculado con el resto de la obra, por lo que puede leerse por separado.
Por eso, si el lector ha gozado de El Quijote, disfrutará recordar este pasaje; y, si no lo ha hecho, se deleitará con una extraordinaria historia, llena de suspenso, amor, honor y libertad. También podrá conocer los curiosos hechos posteriores a la batalla, ingresando a una genuina historia de moros y cristianos. No cuento más, para que el mismo lector compruebe lo que digo.
Quien quiera descubrir este tesoro podrá comenzar por el capítulo XXXIX. El único inconveniente es que posiblemente querrá seguir leyendo hasta acabar la mayor obra de la lengua española. O volver a: «En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme».
Jorge Pablo Martínez Díaz, Círculo Blas de Ostolaza.