«Viva la Inquisición, muera la Policía»

A. Aguilar

Al liberal Miguel Anxo Bastos le chocó que el profesor Wilhelmsen y la revista Triumph no sean críticos de tal o cual política gubernamental, sino opositores directos a la totalidad del régimen estadounidense, desde sus mismas raíces. Nosotros le replicamos con la conocida frase de los malcontents de 1827: «Viva la Inquisición, muera la Policía»: ¿un libertario la suscribiría, como sí lo hacía Wilhelmsen? No hubo respuesta de Bastos.

Últimamente se han suscitado críticas ante la actitud mercenaria de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado contra los españoles de a pie. Siempre bajo el pretexto de cumplir las órdenes. La coincidencia entre esta reticencia de buena parte de la población y la que tuvieron nuestros antepasados más recientes es llamativa.

El Dr. Vicente Pou ensalzaba los tiempos de Fernando VI, arremetiendo contra el revolucionario cuerpo policial: «¡Cuando los españoles no conocían la ominosa Policía, ni sus importunos agentes, ni las inmorales Cartas de Seguridad, ni los Pasaportes refrendados en regla, ni la fuerza armada sino en los presidios militares!».

Las invectivas no venían sólo del lado legitimista. Otro ejemplo paradigmático es Mariano José de Larra, furibundo anticarlista, que también decía: «En aquellos tiempos de tiranía y de Inquisición había, sin embargo, más libertad […]. En respetando al Rey y a Dios, respeto que consistía más bien en no acordarse de ambas Majestades que en otra cosa, podía usted vivir seguro sin Carta de Seguridad, y viajar sin Pasaporte».

Ahora es cuando saltaría un libertario, y nos espetaría: «¡Yo también soy un antiestatista como usted! ¡Yo también estoy en contra de la opresora y asalariada Policía!». ¡Ah, amigo! Es que usted se ha quedado sólo con la segunda parte del lema, la más accesoria: «Muera la policía». Y se ha olvidado de la primera y principal: «Viva la Inquisición».

El legitimista está en contra del Estado moderno y de sus instituciones adyacentes, como la policía. Pero defiende al mismo tiempo unos poderes e instituciones políticas tradicionales, que fueron arrumbadas por esas novedades revolucionarias que tanta libertad y soberanía nacional nos han traído a los españoles. Entre estas instituciones, la Santa Inquisición juega un papel fundamental. No es casual, además, que el grito intuitivo de aquella sociedad española hallara eco razonado y reflexivo en las altas instancias de la Monarquía.

Félix M.ª Martín Antoniano, Círculo de Granada.