Contra la soberbia de las feministas, la humildad de las Margaritas

Cuarenta mártires de Inglaterra y Gales, Daphne Pollen

Recientemente, los católicos hemos asistido con estupor a diferentes revueltas protagonizadas por movimientos feministas, como el creado en Alemania e irreverentemente denominado María 2.0, que exigen que las mujeres tengan acceso a todos los ministerios de la Iglesia y así actualizar las «anticuadas estructuras de poder en la Iglesia, que desprecian a las mujeres». Aunque algunos de estos grupos hayan escogido el nombre de María, es evidente que poco conocen del ser más perfecto creado por Dios. Como ejemplo de toda mujer católica está Ella, la Virgen María, a quien desde luego la doctrina católica jamás ha menospreciado, como sí han hecho los protestantes. Estas falsas católicas prefieren emular a la Iglesia de Inglaterra, que en 1992 admitió el sacerdocio de las mujeres.

Lejos de ellas quedan mujeres ejemplares como Margarita Clitherow o Margarita Ward, que dieron su vida por defender la pureza de la doctrina católica frente a la herejía anglicana. Estas verdaderas católicas, a quienes las mujeres tradicionales debemos tener como modelo, aceptaban con orgullo toda tarea que los sacerdotes les asignasen en cuanto que, de este modo, ayudaban a que la fe católica se conservara en Inglaterra en medio de la persecución anglicana. Mujer valiente donde las hubiera, Margarita Clitherow fue apresada por guardar en su casa objetos utilizados en la celebración de la Santa Misa. Intentaron que apostatara, pero ante su negativa fue condenada y en el lugar de su ejecución rehusó rezar con los anglicanos allí presentes afirmando: «Yo no rezaré con vosotros, ni vosotros rezaréis conmigo, ni yo diré Amén a vuestras oraciones, ni vosotros a las mías». Tras esto, la Perla de York fue brutalmente ejecutada. Similar es el caso de Margarita Ward, quien ayudó a la fuga del Padre Guillermo Watson. Aunque consiguió su propósito, fue arrestada y, tras declararse culpable y negarse a revelar el paradero del Padre Watson y a adherirse al culto protestante, fue ahorcada en el famoso patíbulo de Tyburn donde tantos santos recibieron la palma del martirio.

Las margaritas hispánicas manifiestan su adhesión a estas mártires inglesas, verdaderas hermanas en la fe católica, pues son una muestra de cómo la mujer, sin necesidad de ser ordenada, puede tener un papel fundamental en una Iglesia que las honra y dignifica igual que al hombre, aunque sus roles deban ser diferentes. Teniendo como espejo a estas dos «Margaritas», es deber de las mujeres católicas tradicionales apartarse de estos movimientos feministas contrarios a la doctrina católica, que no son más que un intento vanidoso de que los hombres cambien la voluntad de Dios, alejándose por tanto del verdadero objetivo de todo católico: «No busques ser grande o importante a los ojos de los hombres, sino a los ojos de Dios» (S. Martín de Porres).

Ana Calzada, Margaritas Hispánicas