La vida ejemplar del general don José Borges

Retrato del General don José Borges.

En el territorio de la península italiana se firmó una página de heroísmo con la sangre de algunos de sus hijos generosos y tuvo por protagonista al general don José Borges y sus bravos oficiales.

José Borges nació el 1803 en Vernet, en los alrededores de Lérida. Había participado en la primera guerra carlista junto con su padre. Al final de la misma, para sustraerse a la detención, se refugió en Francia, donde sobrevivió ejerciendo el oficio de encuadernador de libros. En 1847 volvió a entrar en España para participar en la segunda guerra carlista. Fue entonces cuando fue ascendido al empleo de general de brigada y asumió el mando de las fuerzas carlistas de Tarragona. Terminada la guerra se vio forzado a huir nuevamente, regresando a Francia. En 1861, cuando en Italia la revolución había impuesto un régimen unitario bajo control del liberalismo, Borges llega a Roma y entra en contacto con el mundo borbónico napolitano en el exilio. Encuentra al general Tommaso Clary y al príncipe Fulco Ruffo di Scilla. Recibe de estos dignatarios el despacho de Comandante general de la expedición antirrevolucionaria que estaba por constituirse. En mayo de 1861 el primer ministro del gobierno borbónico en el exilio, don Pietro Calà Ulloa, le confiere en nombre del Rey Francesco II el diploma de caballero de la Orden de Francesco I.

El 2 de agosto de ese año el gobierno italiano recibe una información reservada: unos individuos sospechosos españoles habían pedido en el consulado español de Marsella el pasaporte para ir a Malta. El 5 de agosto el cónsul italiano en Marsella confirma el embarque hacia Malta de dieciocho españoles, que se convierten en diecinueve. En la isla los espera el coronel Silvestre Bordanova y Segura, conocido por los servicios de seguridad italianos por haber participado en la defensa de Gaeta. El cónsul español en Malta informa prontamente al gobierno de Madrid sobre la identidad de los diecinueve españoles. Por un informe de 13 de septiembre venimos a saber que, de los españoles llegados, dieciocho eran oficiales del disuelto Ejército carlista, mientras que el restante era un sargento desertor del Ejército liberal. El jefe se escondía bajo el nombre de Granollers. Era, en realidad, el general de brigada José Borges.

La expedición de Borges abandona malta el 11 de septiembre y alcanza las costas calabresas la noche del 13 de septiembre, desembarcando en una playa de los alrededores de Brancaleone. De allí se dirigen a Precarore, en las inmediaciones de Gerace, donde alza la bandera y cuelga el retrato de Francesco II. El 19 de octubre deja la Calabria y entra en Lucania, donde se encuentra con el jefe local de los insurgentes, Carmine Crocco. Incomprensiones, puntos de vista diferentes y dudas sobre su mando le obligan a Borges a separarse de los insurgentes y dirigirse a Roma a fin de aclarar su papel con el comité promotor de las insurrecciones en el antiguo Reino de las Dos Sicilias.

El 4 de diciembre está en los Abruzzos y los espías italianos detectan a su formación en los alrededores de Pescasseroli. El 7 de diciembre se le avista en la periferia de Tagliacozzo. La sospecha de la existencia de un control de las fuerzas militares italianas sobre Borges es muy fuerte. Se le había permitido alcanzar el Apenino y el 8 de diciembre, desde hacía pocos años fiesta de la Inmaculada Concepción, la comitiva es cercada a pocas horas de marcha de la frontera entre el Estado italiano y los Estados pontificios. Sobre lo ocurrido no tenemos noticias objetivas. La reconstrucción de los hechos se basa en el informe del comandante italiano de los bersaglieri, mayor Enrico Franchini, y del vice-cónsul francés Léon Retrou, presente no se sabe bien con qué título, quien avaló la reconstrucción del primero, añadiendo algunos particulares sobre los últimos momentos de la vida de nuestro héroe.

Hubo un tiroteo en el caserío «La Lupa». Borges y sus hombres se refugiaron dentro del mismo. Según la versión del mayor Franchini, un brigante habría intentado huir, siendo derribado con un golpe en la cabeza. Después otros cinco legitimistas que se hallaban en el interior del caserío habrían sido abatidos a bayoneta por los bersaglieri. Los militares italianos, entre tanto, comprendieron que a los legitimistas atrincherados en el caserío se les había terminado la munición, reclamándoles por tal motivo la rendición. Abrieron fuego al no recibir respuesta, rindiéndose entonces los brigantes. Conducidos a Tagliacozzo fueron fusilados a las cuatro de la tarde. Los legitimistas, según cuenta el vice-cónsul francés Léon Retrou, que como hemos dicho se hallaba presente, quisieron confesarse antes. Borges y sus compañeros se arrodillaron y entonaron una oración en catalán. Se dice que en el cadáver de Borges se encontró un diario, escrito a lápiz extrañamente en francés. Diario publicado prontamente por el periodista francés Marc Monnier, hombre cercano a los servicios secretos italianos. Borges llevaba consigo también una discreta suma de dinero en oro. Giacinto de Sivo escribe que el comandante de la Guardia Nacional, Colella, y el mayor Franchini, fusilaron deprisa a los españoles para apoderarse del dinero que llevaban consigo. Ambos, desde entonces, mostraron amplias disponibilidades financieras.

Ese 8 de diciembre fueron fusilados diecisiete hombres: ocho eran napolitanos de la Basilicata, el condado del Molise y la isla de Sicilia; nueve eran españoles. Los queremos recordar como valientes combatientes por la independencia del Reino de las Dos Sicilias:

Francesco Pacaso, de Avegliano, sargento; Leonardo Diego, de Corleto, oficial; Mario Gallecchia, de Corleto, oficial; Luigi Molino Bono, de Trivigno, oficial; Michele Janni, del Molise, oficial; Michele Piretti, de Barile, oficial; Pasquale Salinas, de Mediana, oficial; Michele Capuano, de Cosenza, oficial; José Borges, catalán, teniente general; Cayetano Cambra, valenciano, teniente; Magín Novellá, de Bilbao, capitán; Francisco Forns, catalán, mayor; Pascual Salinas, valenciano, capitán; Lauretano Carenas y Tenorio, castellano, teniente; Pedro Martínez, aragonés, capitán; Miguel Queralt y Pavía, valenciano, sargento; Pascual Marginet y Barges, catalán, mayor; Nicolás Moschy, catalán, oficial.

La Esperanza, portavoz del tradicionalismo español, en editorial publicado en su primera página, expresando el dolor de todos los legitimistas por la muerte de Borges y sus soldados, escribió: «El alma del héroe religioso-monárquico estará ya entre las de los mártires de la fe y de la justicia; consuélense con que la causa que él defendía no está, ni con mucho, definitivamente perdida».

Francesco Maurizio Di Giovine