En un frío mes de enero del año 1300, un campesino de la aldea lucense de Barjamayor llamado Juan Santín se dirigía muy temprano para oír Misa en el Monasterio de Santa María de El Cebrero. Pese a la abundante nevada, el fiel labrador llegó al templo, cansado y empapado, pero con el alma henchida para presenciar el Santo Sacrificio de la Misa.
El sacerdote benedictino que se disponía a celebrar Misa y que no esperaba que en un día tan desapacible, con tanta nieve y viento asistiese alguien, menospreció el esfuerzo del feligrés y le comentó que una Misa no merecía tanto sacrificio. El frívolo comentario del sacerdote no obtuvo respuesta del campesino.
Cuando durante la Misa llega el momento de la Consagración, el sacerdote percibe cómo la Hostia se convierte en carne sensible a la vista y el Cáliz transforma el vino en sangre que hierve y tiñe los corporales. El sacerdote, sorprendido, cae en la cuenta de su falta de Fe y exclama como Santo Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!».
Así quiso Jesucristo premiar el esfuerzo del labriego, al mismo tiempo que acrecentar la tibia Fe del sacerdote. La noticia del milagro se propagó por todas partes, propiciando así una gran devoción al Santísimo Sacramento.
En el año 1486 llegaron a El Cebrero los Reyes Católicos, que se encontraban peregrinando a Santiago y se hospedaron en el monasterio. Querían conocer qué había sucedido en aquella Misa, cuáles fueron los detalles de semejante milagro. Los monjes les mostraron los corporales con la sangre que había quedado en el Cáliz y la Hostia en la patena. Como recuerdo de la visita donaron el relicario donde se ha guardado el milagro hasta nuestros días. El cáliz de El Cebrero es el mismo que figura actualmente en el escudo autonómico de la denominada Xunta de Galicia, pero que tiene sus antecedentes históricos en otras representaciones muy anteriores del blasón del viejo reino. Como es sabido, éste evolucionó de un Cáliz inicial a un Copón, pasando por una Custodia durante la Cristiandad barroca para retornar, en los siglos XVIII y XIX, al Copón en campo de azur acompañado de varias cruces.
La iglesia del milagro Eucarístico fue levantada por los monjes benedictinos en el año 836 y custodiaron este templo durante algo más de un milenio, hasta el año 1853, donde como consecuencia del latrocinio que supuso la Desamortización se vieron obligados a abandonar el monasterio, quedando éste en ruinas hasta la restauración de la iglesia en el fatídico año de 1962. Cabe destacar que los protagonistas de la historia, el monje benedictino y el campesino Juan Santín, tienen sus modestos mausoleos en la propia iglesia, cerca del lugar del milagro Eucarístico.
In hoc misterium fidei firmiter profitemur, (aquí profesamos firmemente este misterio de fe). Esta inscripción se halla en muchas de las representaciones del escudo del Reino de Galicia. Así fue como, en especial en la provincia de Lugo, se propagó, comenzando por este milagro de El Cebrero, la devoción al Santísimo Sacramento en el viejo reino gallego, pasando luego por la centenaria exposición ininterrumpida al Santísimo en la Catedral de Lugo y rematando con la creación de la Adoración Nocturna Española por parte del carlista vivariense don Luis de Trelles y Noguerol.
Fernando Arias, Círculo Tradicionalista Juan José Marcó del Pont