En la mañana del 30 de enero de 2005, luego de haber presidido el multitudinario acto de la Comunión Tradicionalista contra la Constitución Europea, S.A.R. Don Sixto Enrique de Borbón, acompañado por su entonces jefe delegado Miguel Ayuso, partió hacia su Nuevo Reino de Granada, donde les esperaba don José Ramón García Gallardo, HSSPX.
Durante las dos semanas que permaneció en el país, la real comitiva visitó Santafé de Bogotá, Santiago de Tunja y San Juan de Pasto, adonde arribó el jueves 10 de febrero. Inmediatamente después de aterrizar en la ciudad, el Señor y su séquito se dirigieron hacia San Ignacio (Buesaco), el pueblo construido por el legendario Cura Santa Cruz.
Esa misma tarde, ya en Pasto, visitaron la Iglesia de San Juan Bautista, sede episcopal que fue del santo obispo Ezequiel Moreno Díaz. Precisamente en ésta se encuentran los restos de Hernando de Ahumada, hermano de Santa Teresa de Jesús, y los de Agustín Agualongo, líder de la resistencia realista y pastusa a la tiránica «independencia». Una vez allí, el Señor se inclinó ante su tumba. Tal vez musitara alguna oración por el caudillo, pues, desafortunadamente, don José Ramón no pudo oficiar la misa según el rito de San Pío V, quizá por la mala voluntad de cierta jerarquía eclesial.
Debido a la lluvia sólo pudieron conocer la Catedral, antiguo templo de San Francisco; y en la noche Don Sixto fue agasajado con una cena. Terminado el día, descansaron en el Hotel Agualongo, que estaba ubicado frente a la Iglesia de San Juan. El día 11 conocieron el Santuario de Nuestra Señora de las Lajas, enclavado en el cañón del río Guáitara, en cuyo altar el padre pudo rezar la misa. Esa misma noche participaron en un conversatorio referido al tema de la Hispanidad.
Por cuestiones meteorológicas hubo que aplazar el regreso, por lo que el Señor tuvo más tiempo para compartir con sus huéspedes de la Fundación Manuel de Santa Cruz Loydi, presidida por el siempre cortés Isidoro Medina Patiño. Finalmente pudieron partir rumbo a Bogotá el domingo 13 de febrero a eso de las 9 de la mañana, dando por terminado su paso por las fidelísimas tierras pastusas.
Queda para los anales de la historia este justo tributo rendido por Don Sixto Enrique de Borbón, legítimo sucesor de S.M.C. Fernando VII, a Agustín Agualongo, su más valiente y abnegado servidor, protocarlista y mártir por Dios, por la patria y el rey.
¡Viva Agualongo! ¡Viva el Rey!
Juan Pablo Timaná
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