Meditar acerca de los errores del absolutismo monárquico es crucial para comprender por qué el tradicionalismo político hispánico no defiende cualquier tipo de monarquía, sino únicamente la monarquía tradicional. Gracias al profesor Federico Wilhelmsen, es posible desentrañar estas complejidades de la historia.
Fue precisamente este lunes, 23 de mayo, que se celebra el Día de la Amistad en Bolivia, que los amigos del Círculo Tradicionalista San Juan Bautista conversaron sobre el tema en la IIIª sesión de su Club de Lectura. De manera telemática, ellos intercambiaron ideas sobre el 3º capítulo del libro El problema de occidente y los cristianos, que contrasta a la Contrarreforma con el absolutismo.
El prof. Alexander Becker guiaba nuevamente esta sesión, resaltando que España vibraba de alegría y esplendor en el barroco mientras el resto de Europa se entristecía con el espíritu protestante. Es por eso que merece la pena reivindicar la unidad religiosa de la Cristiandad, destruida por la semilla que plantaron Lutero y Calvino y que poco a poco fue arraigándose en los países del norte avanzando hacia los del sur.
Wilhelmsen nos invita a comprender la esencia del absolutismo monárquico: centralización del poder, eliminación de los fueros, vanidad de la nobleza. La nobleza, desarraigada de su provincia de origen, representó un poder sin compromiso con el pueblo a lo largo de los siglos XVII y XVIII.
Así, finaliza Wilhelmsen, fue que la monarquía absolutista consiste en que un rey maneje a sus nobles, mientras que en la monarquía liberal son los nobles quienes manejan al rey. La transición de la monarquía al liberalismo se da por el absolutismo y una paulatina reducción de las libertades regionales.
Agencia FARO, Círculo Tradicionalista San Juan Bautista.
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