Santo Tomás, antimoderno

¿Había elementos modernos o protomodernos en el pensamiento de Santo Tomás?

ESPAÑA, MADRID – Este viernes tuvo lugar la última sesión del VIII Congreso de Pensamiento Católico, con notables ponencias y conferencias entre las que destacaron las intervenciones de don Miguel Ayuso y don Javier Fernández Sandoval en la mesa redonda «Orden político y bien común: el fin de la ciudad según Santo Tomás».

Junto con la conferencia el día anterior del Profesor don José Miguel Gambra, quedó como una de las sesiones más concurridas, entre los asistentes se contaron a numerosos correligionarios del Círculo Lirio de Burgoa de Valladolid, algunas margaritas del Círculo Alberto Ruiz de Galarreta de Valencia, y del Círculo Antonio Molle Lazo de Madrid.

Santo Tomás, ¿proto-antimoderno?

Comenzó la mesa redonda el Profesor Ayuso, que presentó críticamente algunas de las interpretaciones espurias de la filosofía tomista como precursora de la Modernidad. Afirmaciones como que el constitucionalismo están poco menos que a flor de piel en su pensamiento —despreciando obras como De regimine principi, hay maldades más sutiles que pasan esta tesis mitigada.

Otras, en efecto, afirman que Santo Tomás no pudo ser moderno porque le faltaba el contexto del absolutismo, ante el cual no hubo de reaccionar su filosofía.

Sin embargo, habría en su pensamiento elementos pre-modernos que, de haber estado el contexto absolutista, habrían sido modernos. Esta falsedad, en última instancia, viene a trazar una línea subrepticia pero continua entre la filosofía del derecho y la política del Aquinate y de autores como, por ejemplo, Locke.

Sin embargo la realidad es tozuda. Al contrario, Santo Tomás no pudo ser moderno no sólo temporalmente, sino que sus doctrinas son de otra naturaleza. Aunque tampoco pudo ser antimoderno temporalmente, en cambio, sí hay en su pensamientos elementos para la refutación sólida de la posterior filosofía moderna.

Ejemplos notables son su noción del origen de la sociedad y del poder, que no se origina con pacto ni es artificioso, o su concepción de la potestad y del derecho antitéticos con la noción moderna de soberanía.

Los males del personalismo

Tras una interesante y complementaria segunda intervención, a cambio del joven amigo Andrés Mártil sobre el ordo amoris , habló Javier Fernández Sandoval.

Explicando clara y sintéticamente por qué el bien común prima sobre el particular y funda la sociedad, presentó los elementos políticos que tras la revolución quedan desordenados por ejemplo, la res publica o el individuo, y cómo funciona la distorsión ideológica con ellos.

El pensamiento moderno, de matriz racionalista, al encontrarse los escombros de lo que antes estaba ordenado, prima unos elementos desordenados y otros. Mientras que la tendencia de la modernidad plena era ensalzar el Estado, desde la Segunda Guerra Mundial la tendencia es ensalzar al individuo.

Esto parecería que reduce la tiranía política moderna, ¿es de veras así? No, la lógica estatal racionalista no se pierde, pero se hace más endiablada. Al quedar, en teoría, el individuo como soberano también en lo político, el derecho se identifica con su capricho. El único poder que será capaz de satisfacerlo es, naturalmente, el Estado.

Entonces, al menos en teoría, fórmulas como oponer la sociedad civil a sociedad política, o microcomunidad a gobierno, o individuo a Estado, no traen una reducción estatal. Más bien, al contrario. Traen un fortalecimiento del poder estatalista legitimado por y finalizado en el capricho individual. El personalismo de Mounier o Maritain, o el americanismo, se presentan falazmente como superación de la oposición individuo-Estado.

Pero, aunque con teorías peculiares y con diferencias mutuas, acaban todos en una formulación de las mejores logradas de esa inversión dentro de la modernidad. Inversión que se presenta liberadora, pero que es aún más constrictora, aunque sea sólo porque es más falaz.

En otro momento del día, dio también una comunicación Daniel Deogracias H. Tras exponer algunos rasgos del régimen estatal, entre otros su proposición bajo el prisma de la sustancia, en este contraste explicó que el régimen político de por sí consiste en un orden de relaciones. Inmediatamente incidió en cómo esto es natural, y qué órdenes interiores o cuerpos intermedios incardina la Comunidad política natural.

Desde la mesa se animó a la asistencia a una cita académica ineludible también en clave tomista: la LXII Reunión de Amigos de la Ciudad Católica y las IX Jornadas Hispánicas de Derecho Natural

Agencia FARO/Círculo Antonio Molle Lazo de Madrid

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