Conferencias sobre la HSSPX y la repercusión de la «Cum multa» en Vigo

Ambas ponencias revelan dos formas muy distintas de aproximarse a la Fe: una desde la sospecha hacia lo tradicional y otra desde una crítica política al pasado católico de España

Del 10 al 13 de junio se celebró entre Vigo y Santiago de Compostela el II Congreso de Religiones en diálogo, impulsado por la Asociación Española de Historia Religiosa Contemporánea, la Fundación Pluralismo y Convivencia, y el Grupo de Historia Contemporánea de la Universidad de Vigo. El nombre del congreso ya dejaba entrever su enfoque: una mirada abiertamente partidaria del diálogo interreligioso.

Con todo, una representación del Círculo Marcó del Pont de Vigo asistió a la primera sesión del miércoles, que prometía abordar el papel de la Tradición frente a la modernidad, en el terreno religioso y político respectivamente.

La primera conferencia fue impartida por Ricardo Colmenero Martínez de la Universidad Alcalá de Henares, que se definió como un católico modernista curioso por la Misa tradicional. Su exposición versó sobre la Hermandad Sacerdotal San Pío X (HSSPX). Ya desde el inicio se percibía el tono: el ponente se refería a los miembros de la Hermandad como «lefebvrianos» término despectivo y poco apropiado para el contexto que se presume debe tenerse en este tipo de exposiciones académicas y que sugiere una suerte de nueva o particular doctrina del Arzobispo Lefebvre. Él mismo lo contestó ya a la anterior atribución en su Carta a los católicos perplejos:

«No soy […] el jefe de los tradicionalistas […] No tengo doctrina personal en materia religiosa. Toda mi vida me atuve a lo que me enseñaron en el seminario francés de Roma […] la doctrina católica según la transmisión del magisterio de siglo en siglo desde la muerte del último apóstol».

A partir de ahí, la ponencia ofreció un repaso histórico: la fundación de la HSSPX en 1970, su paso por España, su perfil bajo en los años 80, y el famoso encuentro interreligioso de Asís en 1988, presentado como detonante de las consagraciones episcopales sin mandato papal. También se habló de las excomuniones que siguieron y su posterior levantamiento en 2009 por Benedicto XVI. El conferenciante concluyó afirmando que la Misa tradicional es algo residual, aunque reconoció que cada vez más jóvenes la buscan.

La segunda charla del día, a cargo de Íñigo Marqués Serrano (Universidad de Zaragoza), llevó por título: Cum multa y los consejos del cardenal Sancha o cómo el carlismo dejó de ser el partido católico español.

Su tesis era provocadora: el carlismo —en palabras del propio ponente— hizo un uso del catolicismo como instrumento para atraer a las masas más fieles y creyentes a su causa». A partir de ahí, explicó cómo el diario El Siglo Futuro y otros medios carlistas habrían manipulado la encíclica Cum multa, de León XIII, para justificar políticamente su posición. Apoyándose en diversos documentos, entre ellos los del cardenal Sancha y Hervás, trazó una narrativa crítica hacia la instrumentalización de la Fe. También abordó las tensiones con los integristas y los intentos frustrados de la Santa Sede por sancionar al carlismo durante la Tercera Guerra Carlista, temiendo dañar la unidad del catolicismo español.

Ambas ponencias revelan dos formas muy distintas de aproximarse a la Fe: una desde la sospecha hacia lo tradicional y otra desde una crítica política al pasado católico de España, no en un sentido sociológico sino político-institucional.

Se celebra por una parte la visibilidad de estas cuestiones de importancia, silenciadas por la oficialidad eclesial o por la historiografía moderna. Pero desgraciadamente no evitaron caer en los clichés y las malinterpretaciones habituales. Bien por tratar a la Hermandad de San Pío X como un fenómeno esencialmente reaccionario sin la fundamentación doctrinal que le da la razón esencialmente en el motivo de su lucha, bien por exagerar o no comprender adecuadamente que las nuevas directrices eclesiales en materia pragmática no pueden entenderse sin un intento entendible pero claramente errado y —fallido en su propósito— de salvaguardar la salus animarum, que es la ley suprema de la Iglesia.

Es necesario, en un ámbito hostil como el anterior, que los católicos y tradicionalistas vinculados por estudios y profesión a estos ambientes, se involucren en una defensa firme y fundamentada de la Fe para evitar que la Tradición quede reducida a una suerte de ofuscación cerril a la que se le da una explicación fundamentada en etiquetas o estrategias de manipulación ideológica. Al igual que con la iglesia conciliar, es curioso que en un congreso donde en teoría se habla de diálogo, éste se realiza con todo tipo de sectas y falsos cultos menos con el verdadero.

Carlos de Vicente, Círculo Tradicionalista Juan José Marcó del Pont

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