El Panteón que ilumina es el que arde

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En uno de sus editoriales, la revista Marianne ha reclamado una aplicación estricta de la Ley francesa de 1905 de separación Iglesia-Estado. El editorial también exige el abandono definitivo del sistema de laicidad abierta o comunitarista, que, a juicio de su autora, Anne-Hélène Le Cornec, han acogido las instituciones y poderes de la República francesa.

Un ejemplo histórico y arquitectónico de laicidad abierta lo tenemos en el Panteón romano, templo pagano que, como su propio nombre indica «pan theon», de todos los dioses, el estado romano erigió para mostrar su neutralidad y tolerancia ante todos las religiones y deidades, a las que consideraba por igual dignas de estima.

La revista Marianne prende fuego al Panteón, y reclama la laicidad cerrada que inventaron los primeros terroristas de la historia, en aquella etapa conocida universalmente como el Terror. Durante este sangriento periodo, llegaron a perseguir a sangre y fuego a cientos de miles de habitantes de Francia que querían seguir siendo católicos y fieles a su Rey.

A los lectores de la Hispanidad no nos interesa valorar cuestiones de derecho positivo francés, como son las 4 leyes que han reformado esa ley inicial de 1905, y que están en vigor en Francia. En su momento fueron funcionales a los legisladores de la República Francesa en su giro hacia el modelo Panteón, para seguir gestionando la llegada de mahometanos a estas tierras antaño cristianas. Sin embargo, la revista Marianne parece dar a entender que esas normas han dejado de ser útiles. Cualquiera diría que se han percatado de que en su territorio hay otro nuevo e incipiente Estado capaz de aplicar el ius vitae necisque.

Marianne tiene un momento naïf cuando piensa que la omisión de la neutralidad estatal es aceptable, pues su contraparte, la Iglesia, no es neutra. Es lo que tiene retomar escritos de principios de siglo XX, cuando la Iglesia defendía su fuero y su jerarquía no adelantaba a los gobiernos laicistas por la derecha.

Todos hemos tenido ocasión de comprobar durante esta pandemia de Covid, que, frente a autoridades civiles respetuosas con los concordatos con la Santa Sede, fueron las autoridades eclesiásticas las que llegaron más lejos, limitando el culto y en algunos casos clausurando templos. En las actuales circunstancias, quizá la palabra Iglesia sea un recurso estilístico para no hablar de los mahometanos.

Ana Herrero, Margaritas Hispánicas