Méjico a los pies de los bárbaros

J. Watson

A quinientos años de la caída de Tenochtitlan, el gobierno federal de la República mejicana pone como imagen gubernamental al falso dios Quetzalcóatl. Dicha imagen será representada en cada uno de los documentos oficiales y comunicados, que, en palabras del gobierno, «representa la grandeza y la herencia cultural de los pueblos indígenas».

Nada más falso y terrible como lo mencionado en las redes del gobierno. Celebrar 700 años de la fundación parece, ante los ojos de la cultura, como algo folclórico e interesante. Pero el trasfondo de todo es continuar con el trabajo de descristianizar y renegar del origen hispano de las tierras mexicanas, la Nueva España.

Nada más anacrónico que hablar de «500 años desde la invasión europea». Es algo propio de los discurso liberales del siglo XIX, para generar falsas identidades que eran inexistentes en una la época del cruce de civilizaciones en 1521. No existía ninguna identidad «mexicana» en estas tierras de pueblos que guerreaban entre sí por una superioridad territorial. Al parecer, el discurso liberal del estado-nación decimonónico vuelve a estar de moda en el gobierno federal mejicano. Confirma lo mencionado por el Doctor Miguel Ayuso: «Los conservadores de hoy, fueron los liberales de ayer».

El sentimental y romántico recuerdo de los 200 años de Independencia sólo puede simbolizar una cosa para los católicos de la antigua Nueva España: la usurpación y el saqueo de la comunidad política, que hasta hoy día mantiene la balanza desfavorable para Hispanoamérica y todo el mundo hispano. Si llegásemos a dudar de este proceso, sólo faltaría consultar el desmembramiento de los cuerpos sociales básicos, que favorecían a los pobladores de dichas tierras. O los saqueos a la Iglesia Católica a raíz de esta ruptura y, con gran denotación, el olvido de los pueblos indígenas y sus fueros, al quererlos integrar en el estado-nacional que consolidó el liberalismo durante el siglo XIX y principios del XX.

Nada de romanticismos con los bien intencionados de 1821. Su buena intención y falta de convicción nos hizo el juguete de las logias, al igual que el chiste de los vecinos anglosajones del norte. No más flores para aquellos conservadores, que lo único que conservaron fue la revolución en estas tierras marianas.

Sólo los símbolos paganos que desearon sangre por sacrificios humanos y las falsas leyendas independentistas pueden arropar a un gobierno con dichas premisas. No nos sorprendamos cuando retornen a estas prácticas con los pañuelos verdes y las urnas candentes.

Alexander G. Becker, Círculo Tradicionalista Celedonio de Jarauta de Méjico.