Mariel, una batalla pirateada por la leyenda negra

Combate naval de Trafalgar, Justo Ruiz Luna

Corría el año de 1828, hacía casi siete años ya de la proclamación del Plan de Iguala que inició el proceso secesionista de la Nueva España. Entonces, ocurrió un hecho de armas casi desconocido en las aguas cercanas a la isla de Cuba, la batalla de Mariel. En ella, las fuerzas marítimas leales al Rey se defendieron exitosamente de un bergantín pirata de bandera mexicana, comandado por un mercenario yanqui.

Las naves mercantes que salían de la isla de Cuba eran frecuentemente hostilizadas por embarcaciones dirigidas por navegantes estadounidenses, contratados por el gobierno mexicano de Guadalupe Victoria. Este personaje, que se hallaba subordinado a los intereses de la masonería yorkina, y en buena medida a los del plenipotenciario yanqui Joel R. Poinsett, tenía la intención de obstaculizar cualquier campaña marítima que pudiera intentar la reincorporación de la Nueva España a la Corona Hispánica. Y, de paso, obtener ganancias por medio de crueles actos de piratería.

El día 10 de febrero de 1828, una de estas naves piratas que llevaba por nombre Guerrero, comandada por el estadounidense David Henry Porter, atacó a un grupo de naves mercantes españolas escoltadas por la goleta Amelia y el bergantín Marte. Éste trató de ponerse a salvo navegando hacia La Habana.

La respuesta no se hizo esperar y con una rapidez fulgurante: las autoridades de la isla enviaron a la fragata Lealtad, al frente de la cual se hallaba Melitón Pérez del Camino, la cual inició la persecución en contra de la Guerrero. La embarcación española dio alcance en la madrugada del 11 de febrero al bergantín pirata, que, al verse acorralado, decidió enfrentarse a las fuerzas hispánicas en un combate que duró dos horas y media y que concluyó exitosamente para la fragata Lealtad. El propio Porter terminó muerto de un cañonazo.

La embarcación pirata terminaría siendo confiscada por la historiografía oficial mexicana, que suele presentar esta batalla como una de las primeras derrotas navales de la nación. En realidad fue una de tantas ocasiones en que la intervención de los Estados Unidos, en alianza con sus siervos masones mexicanos, se hizo visible para debilitar la presencia española en América.

La Batalla de Mariel podría considerarse incluso un antecedente remoto de los lamentables hechos de 1898, que terminaron por someter a las islas de Cuba y Puerto Rico a los designios de la república de la bandera de las barras y las estrellas.

Estados Unidos se ha servido de todas las oportunidades que le han dado sus aliados liberales y demócratas en Hispanoamérica para intentar borrar cualquier rastro de presencia española en el continente. Las huestes del materialismo yanqui protestante y masónico se ha enfrentado a la catolicidad tradicional hispánica en diversas ocasiones. Pero hay la certeza de que no prevalecerán, pues Cristo Rey, tiene prometida la victoria a sus vasallos que saben ser leales.

Austreberto Martínez Villegas, Circulo Tradicionalista Celedonio de Jarauta