Los diputados solitarios no están ociosos ni dan puntada sin hilo. El enemigo con pocas balas amortiza concienzudamente la munición. Así, el independiente Guitarte sorprendió al Congreso con una proposición para una legislación específica de los «montes de socios».
Como es sabido, ése es el formato menesteroso al que la desamortización liberal redujo los montes y algunas propiedades comunales. Guitarte no se sonrojó al acusar al Estado de la mala situación de los antiguos comunales, puesto que «expropió y subastó estos montes», al mismo tiempo que le ofrecía en bandeja lo poco que queda sano en cierto régimen comunal.
Como todos los falsos municipalistas, como todos los falsos restauradores, este independiente sabe cuál es el dios al que adora. Pide al Estado que se encargue de los montes de socios en «su naturaleza jurídica». Es decir, aquélla originada cuando el propio Estado realizó el robo de la desamortización y vendió de modo ilícito los montes anteriormente comunales.
Porque no hay una sola referencia al derecho propio de esos terrenos en todo el escrito, que es su uso natural antes de que fueran usurpados. La costumbre sigue a la naturaleza, y por ello es fuente de derecho. Los montes y otras propiedades eran comunes porque pertenecían al común de un municipio o de varios, de un barrio o sexmo, o de un gremio. Eran patrimonio de una comunidad para su explotación cotidiana como medio o auxilio material de vida.
Guitarte ni sabe ni quiere saber nada de este derecho natural. Frente a un régimen comunal de propiedad patrimonial, apela a un régimen liberal de propiedad individual (cotitularidad «en régimen de pro indivisión»). Sólo se refiere a los montes en la medida en que están secuestrados, mermados y rescatados, poseídos condicionalmente al capricho de la legislación que los usurpó. Montes bajo una gestión indultada, válida sólo al ser delegada por el Estado desamortizador.
Esta instancia a la Mesa del Congreso fue aprobada por unanimidad este martes. Lo que no es maravilla, pues a nadie se le escapa que estamos a las puertas de otra gran desamortización.
La crisis económica que tenemos encima va a propiciar la mayor concentración y venta de bienes raíces desde hace más de un siglo y medio. Las grandes multinacionales ya llaman a las puertas de cientos de miles de locales vacíos, tras la quiebra de innumerables negocios. Acabamos de ver cómo la banca ha empeñado todo un año en fusiones, preparando músculo capital para realizar grandes adquisiciones.
Las cuentas del Estado tiritan, tras un curso económico prácticamente in albis. Media España sin trabajo, sin descendencia y sin población está expuesta para ser troceada y repartida.
Ante esta carestía de liquidez y de solvencia, ya es patente que el «Reto demográfico» no se saldará restaurando los municipios, los gremios o las mancomunidades en su orden propio, con sus potestades naturales y sus propiedades comunes. No, se limitará a dar curso a algunas grandes explotaciones extranjeras, extenderá y diversificará el mercado turístico e instalará a parte de la población inmigrante proveniente de África y Asia en nuestros antiguos pueblos.
La España despoblada fue despojada para poder vaciarla, y ahora que está desierta se la despojará del todo.
Roberto Moreno, Círculo Antonio Molle Lazo de Madrid