El sábado 10 se cumplieron 73 años del martirio del Rvdo. Sr. D. Pedro María Ramírez. Este glorioso aniversario pasó completamente desapercibido, como siempre. No así el del homicidio del dirigente liberal Jorge Eliécer Gaitán ―ocurrido el día anterior―, recordado año tras año por el Estado, por los medios de comunicación y por gran parte de la población.
En efecto, en la tarde del 10 de abril de 1948 fue asesinado a machetazos en plena plaza principal de Armero (Tolima) don Pedro María Ramírez Ramos, cura párroco del pueblo. Las turbas liberales, encolerizadas por el magnicidio de Gaitán, se encarnizaron contra el sacerdote, quien estaba al frente de la parroquia desde 1946.
Por entonces eran bien conocidas las profundas relaciones que tenía la Iglesia con el Partido Conservador ―que, según los liberales, era el responsable de la muerte de Gaitán, a la sazón candidato a la presidencia de la República―. Lo anterior, sumado a la militancia liberal de gran número de los habitantes de Armero, creó un clima peligroso para alguien como el P. Ramírez. El mismo día de su martirio escribió en una nota, consciente del peligro que corría, «deseo morir por Cristo y su fe».
Uno de los rumores que vive de aquel suceso reza que, mientras estaba siendo torturado, don Pedro lanzó una maldición contra el municipio, que en noviembre de 1985 fue sepultado bajo el lodo tras la erupción del Volcán Nevado del Ruiz. Este desastre dejó más de 20.000 muertos. Sin embargo, Juan Antonio Londoño, testigo del martirio, desmintió este rumor. El P. Ramírez murió perdonando a sus verdugos, según el testimonio de Londoño y de varios otros.
Maldito o no, Armero, que cargaba en sus espaldas el crimen impune cometido contra un ministro de Dios, fue borrado del mapa por los lahares que bajaron del Nevado del Ruiz.
El cuerpo del mártir fue llevado hasta la entrada del cementerio. Se dice que precisamente hasta ese lugar llegó la avalancha de 1985.
Pedro Ramírez nació en La Plata (Huila) en 1899, del matrimonio de Ramón Ramírez e Isabel Ramos, del que hubo otros seis hijos. Tras algunos años de discernimiento, fue ordenado sacerdote en 1931. Durante más de 15 años sirvió en varias parroquias de la Diócesis de Ibagué.
Sus reliquias reposan hoy en la Iglesia San Sebastián de La Plata.
FARO/Círculo Tradicionalista Gaspar de Rodas. J. P. Timaná