A medida que maduramos aprendemos a valorar la sabiduría sencilla de aquellos que nos precedieron. Cuando era pequeño, mi abuelo, Don Lucio Rojas me llevaba a misa todos los días por la mañana. Durante el camino al templo, siempre nos cruzábamos con un templo protestante, a lo que una vez mi abuelo me dijo: «esos no son auténticos paraguayos, porque el paraguayo de verdad ama a la Virgen Madre de Dios, y ellos no la aman, por lo que no son verdaderos paraguayos».
Esta frase, que para el hombre moderno de hoy puede ser motivo de escándalo, para mi abuelo era algo sencillo de entender. Para él era imposible concebir la sociedad separada de la religión verdadera, pues en su ser estaba muy arraigado aquello que denominamos en política tradicional la «unidad católica de la sociedad».
Pedro Juan Caballero surge como una comunidad política a finales del siglo XIX. En esa época el Paraguay ya había sufrido las revoluciones secesionistas de 1811. También la Guerra de la Triple Alianza de 1870, y el advenimiento de las democracias partidarias, que socavan poco a poco el «ethos» hispánico de la sociedad en Paraguay. Pedro Juan Caballero surge en época de esas revoluciones, cuando el comercio de la Yerba Mate con el Brasil era un atractivo para la vida comercial del paraguayo a finales del siglo XIX. El camino que utilizaban las carretas por donde transportaban la Yerba eran conocidas desde la época de la Conquista. Eran las rutas guaraníticas, y un paraje donde acampaban las carretas era una laguna ubicada en las cimas de la Cordillera del Amambay, conocida como Laguna Punta Porã (Punta Bella).
A las orillas de esa laguna se asentaron varias familias a vivir juntas en comunidad, así nace la comuna de Pedro Juan Caballero. Esta pequeña comunidad de familias traía consigo el semblante hispánico propio del paraguayo. Familias numerosas reunidas alrededor del «taita guazu» (el abuelo venerable), el «arandu ka’aty» (conocimientos empíricos para la faena del campo), la polca y la guarania, el «ñe’ênga» (dichos y adagios), etc. Su costumbre y estirpe era puramente rural.
El hecho que dio mayor cohesión a la comunidad, su verdadera raíz, fue la religión católica. En 1906 el obispo de Asunción S.I.R. Juan Sinforiano Bogarín proveyó al pueblo de Pedro Juan Caballero de un Oratorio Público para el culto católico de la comunidad. En 1914 se organiza la primera asociación de seglares Pro-Templo para la construcción de la primera parroquia pedrojuanina dedicada a Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción. Que luego, con la llegada de los misioneros redentoristas, sería reedificada bajo la advocación de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en 1944.
El fervor religioso del pueblo de Pedro Juan Caballero y la devoción hacia la Virgen era unánime en toda la población, era el elemento comunitario unificador de Pedro Juan Caballero. La comunidad era tan unida que nuestros padres la denominaban: «la Pedro Juan Caballero donde todos nos conocíamos». Aunque ya no existía unidad política en torno a un monarca por causa de las revoluciones secesionistas del XIX, se preservaba la unidad en torno a la religión católica. El elemento fundante del ethos hispánico y el más arraigado en la comunidad de Pedro Juan Caballero, que aún perdura hasta hoy en algunas almas de esta ciudad.
Miguel Rojas, Circulo Tradicionalista Nuestra Señora de la Asunción del Paraguay.