Hace unos días, los muchachos de Frente Obrero abandonaron su intrascendencia para ser la comidilla mediática del día. La hazaña con que lo merecieron fue limpiar la playa de Valencia de miles de banderas españolas. Estas habían sido colocadas por una campaña de la ANVAC (Asociación Nacional de Víctimas y Afectados por el Coronavirus), asociación auspiciada por VOX con motivo de la pandemia. Un nuevo capítulo en el tórrido idilio izquierda-derecha.
Este romance más que bisecular, a veces trasvestido de riña agria, tuvo su consolidación en el Juramento del Juego de la pelota. Desde entonces, izquierda y derecha han sido las dos botas del régimen moderno. Especialmente en democracias como la nuestra. En lo aparente, mal avenidos; en lo esencial, dos amantes entregados.
Si alguien quiere comprender las turbias ideas orientales, es aconsejable que contemple la danza entre la izquierda y la derecha. Si quiere entender la sofistería del Yin y el Yan, máximas embaucadoras como de la división viene la unidad y de la unidad división, no tiene más que poner los ojos en un parlamento occidental. En estas lógicas torcidas, los opuestos viven de su contrario y hacen nido común. De igual modo, la izquierda vive de la derecha, y la derecha de la izquierda.
Así sucedió en la arena valenciana. La ANVAC no aprovechó su campaña hasta que los valentones chicos del F. O. limpiaron de banderas españolas la playa de Valencia. A su vez, F. O. sólo obtuvo rédito al enfrentar a la asociación vinculada al partido derechista, como mandaba su cometido de izquierdas. Mutuamente, se beneficiaron de la polémica posterior en medios y redes sociales. Y lo mejor al final: los medios presentaron el lance como teatro de disputa, acomodando a toda España para ver la función.
Izquierda y derecha parece que se matan, pero en realidad se engendran una a otra. Izquierda y derecha políticas son términos esencialmente relacionados. Ni se entienden ni pueden existir lo uno sin lo otro. Ambas viven en una polémica perenne, su aparente combate instituye una unidad íntima: la unidad del régimen constitucional. La izquierda y la derecha se nutren y se sostienen mutuamente. Son el ala izquierda y el ala derecha de la misma ave carroñera: el Estado liberal.
Las perturbadoras fantasías del budismo hindú o chino viven en nuestro suelo político. La ponzoña de sus inciensos embriagan nuestro circo partidista. No hay impugnación al régimen liberal ni a la izquierda ni a la derecha. El episodio nos muestra, por enésima vez, que estos son dos gemelos; revoltosos, pero unidos por la sangre y la intimidad familiar. Son un matrimonio prolijo, donde un cónyuge da la vida por el otro y le cimenta, incluso si se hablan con acritud.
Texto: Deogracias Isidoro, Círculo Antonio Molle-Lazo.