Se han concertado cambalaches con los cómplices de ETA desde el comienzo de la democracia. Este pecado arrojó varias pestes políticas sobre España. Una de ellas es el tráfico y aprovechamiento partidista de los asesinados.
Esta adulteración se ha hecho de muchas formas. La más extendida es el uso retórico de las víctimas. Los nombres gastados de los muertos han hinchado las campañas electorales de todos los partidos, durante cuarenta y seis años. Han llenado placas y minutos de silencio, sin recibir ninguna justicia.
Pero se ha traficado con los muertos por ETA de un modo mucho más grosero y sucio. Para negociar apoyos, cargos y feudos con los cómplices y herederos de ETA que medraban en las instituciones. En estos trapicheos han participado todos los partidos, aunque el PSOE es sin duda maestro. Lo único que no podía hacer el PNV o su mellizo izquierdista es apoyar públicamente al vasquismo terrorista. Esa emborronada «línea roja» era el lugar para comerciar con conservadores y socialistas, entre palabras de paz y fin de la violencia.
La paz con ETA ha consistido siempre en lo mismo. Los terroristas asesinaban. Sus cómplices vendían el cadáver del muerto. Los socialistas o los peperos compraban ese muerto por un reparto de poderes. Muchas veces los asesinados eran camaradas o compañeros suyos. La paz con ETA es el triunfo de un chantaje y un reparto de poderes.
El descaro con que el PSOE de Sánchez ha empleado estos métodos tan habituales no debería sorprendernos. Tampoco al resto de partidos, pues los han compartido. La victoria de la democracia sobre el terrorismo es lo que ellos siempre han hecho. Llamar «héroe» a un compañero muerto, cuyo cadáver han comprado a sus asesinos. Hermanarse con los asesinos de su compañero por medio de esa compra, en un reparto mutuo de beneficios.
Eso sí que es aprovechar un hombre hasta las postrimerías. Los muertos de ETA pagaron la impunidad de sus asesinos, abonaron la prosperidad de quienes negociaron con su muerte: fueron nutritivos hasta los tuétanos. Aunque el PSOE haya sido capitán, esta carnicería es mérito de toda la horda democrática. Ésta es la paz que ha amortizado la democracia.
Roberto Moreno, Círculo Antonio Molle Lazo de Madrid