The Philippine Friars’Challenge, Carta de los frailes filipinos al gobierno liberal español (I)

Iglesia de San Agustín en Paoay, Filipinas. Commons

La posición de las Órdenes religiosas en Filipinas, justo antes de que estallara la guerra entre España y los Estados Unidos de América, se había vuelto tan peligrosa e insoportable, que dirigieron una larga carta al Gobierno español liberal. En ella, exponían sus quejas, explicaban la causa de la rebelión, y sugerían los remedios adecuados a la situación.

La carta es más que un mero desafío al Gobierno liberal español. Es un desafío al mundo «civilizado», llevado a cabo por hombres cuya dignidad y honor habían sido ultrajados por horribles e injustas acusaciones lanzadas contra ellos por sus enemigos, y difundidas por la prensa a los cuatro vientos.

Los frailes imprimieron la mencionada carta, que, en primer lugar, se difundió por España. La misiva se tradujo al francés, y hoy puede leerse un resumen de la misma en inglés. Por el momento no ha suscitado respuesta de aquellos cuyas calumnias fueron la causa de su aparición.

En cualquier caso, es interesante, ya que nos proporcionará una valiosa información sobre las causas de la rebelión y, de paso, arrojará luz sobre los oscuros talleres y las oscuras maquinaciones de la masonería.

Su importancia radica en el hecho de que emana del conjunto de los jefes de las órdenes religiosas de Filipinas. Está firmada por el Padre Manuel Gutiérrez, Provincial de los Agustinos; el Padre Gilberto Martín, Comisario-Provincial de los Franciscanos; el Padre Francisco Ajarro, Provincial de los Recoletos; el Padre Cándido García Valles, Vicario-Provincial de los Dominicos; Pio Pi, S. J., Superior de las Misiones de la Compañía de Jesús.

Es dudoso que el Gobierno español haya tomado nota oficial del documento. Cuando estaba de camino a España, tuvo lugar la declaración de guerra por parte de los comités revolucionarios de los virreinatos de Hispanoamérica. Simultáneamente, el almirante Dewey entró en la bahía de Manila por la noche, destrozó la flota española a la mañana siguiente en Cavite y sitió Manila.

Cuando ese documento llegó a su destino, el Ministerio de Ultramar se había reorganizado bajo la dirección del masón Sagasta. Una característica llamativa de la carta es la insistencia en la masonería como la causa principal de la rebelión. Se ha oído tanto a los enemigos de las Órdenes religiosas, que las palabras de los religiosos en su defensa tendrán todo el aire de novedad.

Los frailes son verdaderamente los mayores héroes del pueblo filipino. Habían abandonado las comodidades de la Península Ibérica y habían renunciado al estado matrimonial para venir a uno de los últimos baluartes de la Iglesia española en el otro lado del mundo. Una vez en Filipinas, fueron enviados a los rincones más lejanos del archipiélago para servir a las queridas almas de su Divino Maestro.

Filipinas era uno de los últimos bastiones de la Iglesia católica en España. Los enemigos de Dios y de la verdadera Religión la llamaron, con razón, «País de los Frailes». El propio Rizal ha señalado al clero como carlista y simpatizante del carlismo. De hecho, Filipinas es una tierra donde la Santa Causa de la Tradición podría haberse refugiado y eventualmente ayudar a la recuperación de España de los usurpadores si el pueblo filipino hubiera despertado.

En una próxima entrega empezaremos a publicar el texto de la referida carta que puede leerse en el libro de Fr. Ambrosio Colleman titulado «Los frailes de Filipinas».

Juan Carlos Araneta, Círculo Tradicionalista Felipe II de Manila

 

versión en inglés

The position of the religious Orders in the Philippines, just before the war broke out between Spain and América, had become so perilous and unbearable, that they addressed a long Memorial to the Spanish Government, exposing their grievances, explaining the cause of the rebellion, and suggesting remedies suitable for the situation. 
This letter is more than a mere challenge to the liberal Spanish Government. It is a challenge to the civilized world, made by men whose dignity and honor have been outraged by awful and unjust charges levelled at them by their foes, and spread far and near by the press. The letter has been put into print by the Friars, and scattered through Spain; it has been translated into French, and now it appears in English in a condensed form. Up to the present, at any rate, it has not drawn forth an answer from those whose calumnies were the cause of its appearance. From another point of view it is of interest, giving us valuable information as to the causes of the rebellion, and incidentally throwing a lurid light upon the dark workshops and dark machinations of Freemasonry. Its importance as an authoritative exposition lies in the fact that it emanates from the combined heads of all the religious Orders in the Philippines, men having under their spiritual care more than five out of the six millions of Christians in the country. It is signed by Father Manuel Gutiérrez, Provincial of the Augustinians; Father Gilberto Martín, Commissary-Provincial of the Franciscans; Father Francisco Ajarro, Provincial of the Recollects; Father Cándido García Valles, Vicar-Provincial of the Dominicans; Pio Pi, S. J., Superior of the Missions of the Society of Jesus.
It is doubtful whether any official notice was taken of the document by the Spanish Government. It was on its way to Spain when, on the declaration of war by América, Admiral Dewey stole into Manila Bay by night, shattered the Spanish fleet the next morning at Cavite, and laid siege to Manila. In the meantime, too, the liberal Spanish Ministry had resigned; and when the documents arrived at its destination, a new Ministry was in office, under the freemason Sagasta, with a new overseas minister. Facing bravely, but ineffectually, one of the greatest powers in the world, the new Ministry was entirely taken up with cares and interests on which depended the existence of Spain as a nation. 
A striking characteristic of the letter is its outspoken insistence upon Freemasonry as the principal cause of the Rebellion, a position not unwarranted in view of the evidence presented on previous pages. So much has been heard from the opponents of the religious Orders, that a word from themselves, in their own defence, will have all the air of novelty. 
The friars are truly the greatest heroes of the filipino people. Having left the comforts of the Iberian Peninsula and all the pleasures of the married state to come to one of the last bastions of the Spanish Church on the other side of the world and sent to the farthest corners of the archipelago to serve the souls very dear to their Divine Master. 
As one of the last bastions of the Catholic Church in Spain, the enemies of God and of the true Religion rightly called the Philippines “País de los Frailes”. Given the fact that Rizal himself has pointed out the clergy as Carlists and Carlist sympathisers, we can only conclude that the Philippines is a land where the Holy Cause of Tradition could have taken refuge and eventually help in the recovery of Spain from the usurpers if only the Filipino people could have been awakened. This is the letter they wrote to the liberal government found in Father Ambrose Coleman’s book, called The Friars of the Philippines. 
This is the letter they wrote to the liberal Spanish Government, April, 1898. (To be continued)
Juan Carlos Araneta, Círculo Tradicionalista Felipe II de Manila