Reproducimos a continuación una denuncia pública ciudadano de Sardinata que consideramos pertinente para comprender la situación en la que se encuentra la sociedad colombiana.
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“¿Quién mató al comendador? / Fuenteovejuna /
¿Y quién es Fuenteovejuna? / Todos a una.”
Hace un par de días, el diario El Tiempo publicó una crónica sobre los bloqueos, en la que mencionaba el que existe en el sitio llamado «La Virgen», en el municipio de Sardinata, en donde la carretera Cúcuta – El Zulia – Sardinata – Ábrego – Ocaña – Aguachica se divide, de tal manera que si usted coge hacia la izquierda entra a mi bello y querido pueblo, y si lo hace a la derecha sigue rumbo a Ocaña.
Pues bien, en ese estratégico sitio, desde hace muchos días un grupo de delincuentes – narcotraficantes y guerrilleros – instalaron un bloqueo, cuyo propósito es extorsionar a las personas que necesitan transitar por esa vía, que comunica a Cúcuta con la Costa Caribe. Cobran por dejar pasar buses y camiones, roban sus pertenencias a los viajeros, les quitan a los campesinos sus cargas, requisan a los viajeros sin derecho ninguno a hacerlo, los interrogan sobre sus actividades y circunstancias personales.
En el día de hoy, lunes 14 de junio, el gobernador del Norte de Santander, el alcalde de Sardinata, el párroco del pueblo y otras autoridades, acompañados de «observadores internacionales», fueron al pueblo a instalar una «mesa de diálogo» con los autores del bloqueo, en la escuela pública.
Pero, cosa extraordinaria y maravillosa, mis bravos paisanos se sublevaron, bloquearon a su vez la salida de la escuela, y en el momento en que escribo esta nota impiden la salida de las autoridades y de los delincuentes, y exigen que el gobierno les garantice su derecho constitucional a la libre circulación y el despeje inmediato de la vía.
El pueblo enardecido, conformado por comerciantes, pequeños mineros, trabajadores del campo, obreros, a esta hora expresa que si no levantan el bloqueo de la carretera, irán los mismos ciudadanos a levantarlo a la fuerza.
Creo que este es un hecho de verdad histórico. Porque es el pueblo, sin distingos políticos, sin líderes que hayan organizado la manifestación, el que se ha levantado contra la injusticia y la opresión, sin armas, sin violencia, pero con una valentía enorme, dispuestos a enfrentar a delincuentes armados.
Hoy me siento muy orgulloso de haber nacido en mi amada Sardinata. Me siento muy orgulloso de mis queridos paisanos y les deseo de todo corazón que esta temeraria pero justísima protesta tenga el éxito que se merece.
A quienes lean esta nota y compartan mis sentimientos, les ruego el favor de que me ayuden a difundirla. Mi interés es lograr que algún periodista influyente la lea y disponga el cubrimiento de la protesta, para que Colombia sepa que en un rincón del Norte de Santander un grupo de valientes ciudadanos está exigiendo, aun a riesgo de sus vidas, el respeto al derecho natural de vivir libres y de circular por donde les venga en gana.
Ojalá el gobierno nacional, si se entera, entienda. Y que no trate de enviar la fuerza pública contra una muchedumbre desarmada y pacífica, que solo exige que la dejen vivir en paz.
Hoy, todos los colombianos de bien debemos llevar a Sardinata en el corazón.
Enrique Ramírez Yáñez.