China y la guerra fría económica

Europa Press

Primero fue la inmobiliaria Evergrande, y ahora, la prohibición de la operativa con criptomonedas en su territorio. China parece haber empezado una cruzada contra determinadas actividades especulativas, que nos abre algunos interrogantes. ¿Se está presentando China como el Estado bueno que vela por el equilibrio en sus mercados?.

En el caso de Evergrande, el catalizador de su crisis no es la regulación, sino la mala y globalizada costumbre de asentar las expectativas económicas en el crecimiento ad infinitum. Así, llegó a acumular una deuda de más de 300.000 millones de dólares. A resultas del endurecimiento del crédito y de las regulaciones en el sector inmobiliario, en China, los préstamos inmobiliarios crecieron en los siete primeros meses de 2021 al ritmo más lento en ocho años y el precio de la vivienda creció en julio a su menor nivel en seis meses, cayendo en julio a su mínimo de seis meses. Y eso ha bastado para hundir al gigante. La causa próxima de la debacle es la regulación, pero prestemos atención a las causas mediatas. ¿Es razonable que una empresa deba fiar su continuidad a la permanente burbuja? ¿qué pasará con los 30.000 millones de dólares de su deuda?

En cuanto a las criptomonedas, al ser un fenómeno global, ha tenido menor impacto, aunque sin minusvalorar el peso que la economía china tiene en el cómputo mundial. Efectivamente, si China estornuda, el mundo puede resfriarse. Un argumento común a favor de las criptomonedas es que permite al depositario huir de la tiranía de los bancos centrales, que sostienen artificialmente las divisas en la mera confianza en que las naciones que la emiten a diestro y siniestro, serán capaces de asumir sus compromisos financieros. Siendo esto cierto, no es menos cierto que la especulación privada puede ser cuando menos tan tiránica como la prodigalidad estatal.

Se trata, en definitiva, de dos gigantes alimentados con el pienso capitalista posmoderno (endeudamiento, espiral de precios), y frenados en seco a golpe de regulación socialista. Occidente sabe que la situación presente es insostenible. Por su parte, China ha intervenido por razones políticas, pues la situación de Evergrande y las criptomonedas se veía venir de lejos. Sería, por tanto, ingenuo hablar de buenos y malos. No es más que una escenificación de la lucha entre los dos hijos de la bestia liberal. Un mero choque de ideologías, manifestado, en este caso, en una guerra fría económica. Pero también un modesto aperitivo de lo que puede pasar si alguien pulsa algún botón que contribuya, siquiera amenace, con frenar o abortar esta espiral de locura.

Javier de MiguelCírculo Ntra. Sra. de los Desamparados de Valencia