La Iglesia en el oriente boliviano (IV)

EFE/Zipi Matrimonios de Martín de Loyola con Beatriz Ñusta y de Juan de Borja con Lorenza Ñusta de Loyola

La evangelización de Santa Cruz en Bolivia tuvo comienzos difíciles: hubo escasez de sacerdotes en los primeros años, y varios de los evangelizadores fueron laicos. Sin embargo, a pesar de la escasez de medios, se respetó la consigna del Evangelio de convertir a las almas y de llevar a los cruceños la Palabra del Señor.

Es bastante probable que el primer sacerdote que llegó a Santa Cruz fuera Francisco Pérez, de quien se dice que acompañó a Ñuflo de Chávez en su expedición cerca del año 1561. Diez años más tarde, el virrey Francisco de Toledo relataba en sus escritos que durante los últimos cinco años solo había habido un sacerdote en la localidad. Es posible que el mencionado Francisco Pérez fuera sucedido por fray Juan de Vargas y después por Bartolomé Pérez.

La escasez del clero en esta zona se debió en primer lugar a su carácter fronterizo, pues al estar lejos de las ciudades importantes del Virreinato, carecía de interés; y en segundo lugar al difícil acceso hacia la región, ya que sus caminos estaban mayormente controlados por los indios chiriguanos.

Esta carencia de sacerdotes impulsó a los seglares a ser pioneros en la evangelización del oriente. Otro testimonio del virrey Toledo en 1571 indica que en estancias cercanas a la ciudad de Santa Cruz había jóvenes que enseñaban la doctrina católica, «lo que ni ellos entienden ni saben, ni los indios pueden entender».

Los mercedarios llegaron a la ciudad en 1572, y al año siguiente fray Diego de Porres y fray Tomás de Santa María fundaron el primer convento de la Orden. En el transcurso del año 1582, Porres fue nombrado vicario de la gobernación de Santa Cruz, Moxos, Condorillo y zonas aledañas; disponiendo de facultades para fundar monasterios de su orden, tomar tierras, evangelizar a los nativos y administrar sacramentos.

Los mercedarios dividían su tiempo entre la atención espiritual a los españoles y la cristianización de los indígenas. Fray Porres logró aprender la lengua chiriguana itatín e hizo construir cinco iglesias. En un relato de 1586, él mismo cuenta que logró apaciguar a los chiriguanos y sacó doce caciques a la ciudad de La Plata (Charcas o Chuquisaca).

A pesar de estos esfuerzos, la evangelización del oriente boliviano se puede calificar de poco trascendente durante los siglos XVI y XVII. Por ejemplo, el obispo cruceño Juan de los Ríos aseguró en un informe de 1690 que solo había uno o dos religiosos en el monasterio mercedario de Santa Cruz.

En 1587, se asentaron en Santa Cruz los tres primeros jesuitas provenientes de la villa de Mizque: Diego Martínez, Diego de Samaniego y Juan Sánchez. Este aumento de jesuitas en suelo virreinal-peruano se produjo como respuesta a los deseos del gobernador de Santa Cruz, y a la voluntad del virrey del Perú.

Una narración del padre Diego de Samaniego datada en el año 1585 señala que había 150,000 indígenas, muchos sin bautizar y otros bautizados, pero no confesados; debido a que solo había allí dos sacerdotes. Posteriormente, cuando diez jesuitas jóvenes y bien preparados fijaron su residencia en el lugar, hubo buena respuesta a la misión evangelizadora.

Hay que destacar que la Compañía de Jesús tenía a su servicio en la región a sacerdotes con sólida formación intelectual en el ámbito humanístico, cultural y teológico. Además, conocían diversas lenguas indígenas, como el chiriguano, gorgotoqui y chané.

FARO/ Círculo Tradicionalista San Juan Bautista. A. Mariscal.